El diamante es la gema más preciada del mundo. Su dureza, transparencia y brillo resplandeciente, no tienen igual. Su nombre deriva de la palabra “adamas” que significa “invencible”. Es muy difícil romper un diamante: hacen falta 4,000 grados centígrados para fundirlo -dos veces y media más de lo que se necesita para fundir el acero-. Su composición, sin embargo, es muy simple: moléculas de carbono.
Hace millones de años, dos grandes fuerzas, el calor y la presión, fueron transformando el carbón en diamante dentro de las calderas de magma hirviendo que se encuentran a grandes profundidades bajo tierra. Luego, los cambios geológicos traerían esas canteras de diamante a la superficie.
Recojamos las lecciones que encontramos en la naturaleza.
Carbón y diamante tienen la misma composición pero se diferencian en el orden interior de sus moléculas de carbono. en el primer caso, estas moléculas se encuentran desordenadas y caóticas, produciendo la opacidad del carbón y su frágil consistencia. En cambio, en el diamante vemos un orden inteligente que da paso a la claridad y a la luz.
De igual manera, un hombre sin orden es frágil y oscuro. Pero el hombre que pone orden en sus pensamientos, sentimientos y acciones será internamente fuerte, brillante y valeroso.
Para poder ordenar, necesitamos la luz del Conocimiento, aquella que disipa la ignorancia y nos permite cambiar las dudas por convicciones, la fragilidad por la fortaleza, el temor por la seguridad, la existencia sin sentido por una vida dirigida hacia un ideal de perfección. El conocimiento es como ese fuego a altas temperaturas que necesita el carbón para transmutarse en diamante. Cuando este conocimiento es puesto en acción con el poder de nuestra Voluntad, empezamos a organizarnos por dentro, nos acercamos a la sabiduría y, como el diamante, podemos irradiar luz a nuestro alrededor.
Pero el carbón se forjó también con altas presiones, hasta convertirse en diamante. Igualmente el hombre atraviesa en su vida numerosas dificultades, que en realidad son oportunidades para aprender y crecer. Según sea su actitud ante la adversidad, o se “quiebra” o se fortalece. La lucha con la adversidad nos hace fuertes y nos concede confianza en nosotros mismos. Si lucha la semilla para abrirse y elevarse como árbol, si lucha la oruga hasta salir de su crisálida y convertirse en mariposa, si lucha el carbón hasta convertirse en diamante ¿por qué el hombre no libraría una batalla interna para realizarse plenamente?
Entre el carbón y el diamante hay un largo camino de perfeccionamiento. Es este el camino metafísico que todos los seres transitamos, seamos conscientes de ello o no. Tenemos un punto de partida y un destino al cual llegar. Pero ¿cómo encontrar ese camino y transitar por él sin extraviarnos? Guiándonos con la luz del conocimiento, la luz de la sabiduría de aquellos hombres sabios que marchan por delante de nosotros. Despertemos al filósofo o “amante a la sabiduría” que todos llevamos dentro.
Delia Steinberg Guzmán.
Créditos de las imágenes: nafets
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Muchas Gracias, que enseñanza tan profunda nos incita a batallar todos los días hasta convertirnos en un Diamante, cuanto tiempo nos demoremos no importa hay que seguir poniendo nuestra mejor voluntad y amor.
Sabias enseñanzas que hay que ponerlas en practica
El despertar de la conciencia es algo que debe irradiar en la humanidad iniciando de manera individual por cada uno de nosotros, la construcción articulada del presente de manera ordenada en sus pensamientos , sentimientos y acciones dará efectivamente un hombre Fuerte, brillante y valeroso.
Excelente orientación, y merece una profunda meditacion que nos servira toda la vida, en mi experiencia personal, puedo asegurar que siempre ha resultado sumamente valioso el orden, el trabajo, la meditacion y imaginacion sin limites, para programar el futuro.-