La tarea educativa de Nueva Acrópolis está inspirada en los valores de un Humanismo universal integrador, con la idea clara que la educación es el mejor medio para mejorar la calidad de vida, dignificando la condición humana y preparando a los jóvenes para asumir un protagonismo activo y eficaz en las sociedades futuras.
Cursos de formación profesional, colegios, talleres artesanales, concursos artísticos infantiles y juveniles, actividades de documentación e investigación, bibliotecas especializadas, son algunos de los programas de educación desarrollados en todo el mundo.
Pedagogía no es simplemente el “Arte de enseñar”, ni tampoco el intrincado marasmo de técnicas subliminales -lo que en buen castizo podría llamarse burlas y engaños- y de cursos y contracursos en donde ya no se distingue el Educador del Educando.
La verdadera Pedagogía es la que enseña a despertar la propia capacidad de Aprender, de Experimentar y de Vivir .
La Verdadera Pedagogía es aquella que Educa sin deformar; Informa sin engañar; Instruye sin politizar; Despierta el Alma y las Potencias Interiores que existen en todo Ser Humano. La Pedagogía que proponemos no hace diferenciaciones económicas ni racistas; da a todos la misma oportunidad adaptada a cada posibilidad, pero sin forzar a ser iguales a los diferentes, y sin construir un orden jerárquico artificial entre los semejantes.
El Pedagogo, el Maestro en su más alta expresión, es un “Sacerdote del Saber” y un “Servidor de la Verdad “. Es el Faro que guía a los extraviados en la noche de la ignorancia y la Luz que lleva a la manifestación a las potencialidades subyacentes bajo las superficialidades tenebrosas e inseguras de los desconciertos. Esta Pedagogía Acropolitana no es un negocio personal sino una entrega de Amor a la Humanidad, y como toda entrega, debe ser limpia y no esconder elementos contaminantes sobrecargados de sectarismos.
La Educación no debe tampoco limitarse a la mente, memorizando datos; los Hombres no son computadoras. Debe también educarse el corazón y las manos. Necesitamos que las generaciones venideras sean no sólo inteligentes, sino bondadosas y trabajadoras. Que no confundan “tiempo libre” con “ocio”. Ya Platón nos hablaba de este “tiempo libre” en su repartición aconsejada sobre las horas que dura un día, pero se lo dedicaba a los “Divinos Ocios” que para él, eran el cultivo de las Artes y de la Reflexión Filosófica. A esto queremos volver, pero no somos “nostálgicos”, salvo que se nos llame “nostálgicos de la Verdad”, que eso sí lo somos, y mucho.
Jorge Ángel Livraga Rizzi.
Créditos de las imágenes: Nueva Acrópolis
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