Entrevista con Sergey Borísovich Krymski
Los temas que plantea se refieren siempre, de un modo u otro, a cuestiones de moralidad, humanidad y espiritualidad. Doctor en Filosofía, Profesor Emérito de Ciencia y Técnica de Ucrania, laureado con el Premio nacional T. Shevchenko, colaborador científico principal del Instituto de Filosofía de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, autor de 10 monografías, una de las cuales se titula «Filosofía como vía de humanidad y esperanza».
– Doctor Krymskiy, ¿qué problemas, a su parecer, se plantean ante el educador contemporáneo?
Ante todo, hay que señalar que los problemas a los cuales se enfrentan la educación y la enseñanza (en todos los niveles, empezando por la escuela y hasta el doctorado, etc.), han cambiado radicalmente. Tenemos un ejemplo sencillo: para nuestra generación, la tabla de multiplicar era una auténtica lección de sabiduría. En cambio hoy en día los escolares no quieren aprenderla, porque tienen calculadoras. Ahora, tome en cuenta usted que casi cada alumno tiene un ordenador personal. Esto quiere decir que por medio del Internet, el estudiante está conectado con todo el conocimiento acumulado por la humanidad. Entonces, así como no tiene necesidad de aprender la tabla de multiplicar, tampoco tiene ‘para qué?’ comprender los hechos: toma muy fácilmente cualquier hecho, y hasta cualquier conocimiento del Internet. Todo esto cambia radicalmente el sistema de enseñanza.
– ¿Qué tienen que hacer en esta situación los pedagogos?
En primer lugar, hay que enseñar a utilizar los conocimientos. Esta es la tarea principal, ya que el alumno tiene libre acceso a los conocimientos, pero no sabe cómo usarlos.
En segundo lugar, no hay que enseñar los hechos en sí, sino la heurística, la creatividad. Actualmente la tarea heurística se considera primordial.
Además, el profesor contemporáneo no es quien en sí comunica los conocimientos (Internet sabe más que él), el profesor es un experto. Todavía no hemos conseguido este objetivo, pero nos dirigimos a él.
Cada persona tiene una base de convicciones, es decir un conjunto de conocimientos de base, conformado por diferentes axiomas, hechos fundamentales, etc., que por supuesto, tienen que ser asimilados. Aunque el volumen de esta base de convicciones no es grande, de ella se pueden deducir otros conocimientos, y también debe servir para sacar nuevas conclusiones. Existe una ley que caracteriza a toda la historia de la humanidad, a toda la historia de la formación de conocimientos: es la ley de concreción y de reducción de conocimientos. En la actualidad los conocimientos se duplican cada cinco años. ¿Cómo pasar desde la base al avanzado nivel moderno? Incluso dos o tres vidas serían insuficientes. Por eso existen métodos de concreción de conocimientos, que no son nuevos, de hecho ya fueron usados en siglos pasados.
– Explíquelo, por favor, con un ejemplo.
Usted no aprende todo el conjunto de conocimientos, no aprende todo el volumen del texto, sino las tesis de base, de las cuales se pueden deducir lógicamente otras tesis. En el alfabeto hay un número limitado de letras, en la lengua hay un número limitado de palabras, pero el número de frases que se pueden formar no tiene límites. Simplemente de la multitud de enunciados escogemos los que servirán de base, desde los cuales se podrá luego, con recursos lógicos, obtener lo que necesitamos. Lo mismo ocurre en geometría: si usted conoce algunos axiomas fundamentales, esta en capacidad de deducir el conocimiento restante.
– Si la solución del problema ya existe, ¿por qué hasta ahora no se ha solucionado?
Porque nuestra pedagogía se encuentra en el nivel más primitivo que podría estar. Hasta ahora se utiliza el método visual. Demócrito se sacó los ojos a si mismo, porque le impedían reflexionar de forma abstracta. Aunque es solo una leyenda, se puede comprender la situación. El método directo desempeñó un papel importante en la lucha contra la escolástica y en el siglo XVI todos los escolásticos se perdían a menudo en especulaciones. Pero el método visual ya dejó de funcionar, incluso en el plano científico del mundo Newtoniano, porque este plano estaba basado en matemáticas, lógica, y en niveles muy altos de sistematización de conocimientos. El método visual no funciona a nivel de los sistemas diferencial e integral. ¿Qué es una diferencial, qué es una integral? Hasta un gran matemático no puede dar estas definiciones. Porque no son cosas visibles. Y nosotros sólo podemos imaginar lo que es visible. Consecuentemente, necesitamos otros métodos.
– ¿Cuáles?
Hace más de cien años Friedrich Schleiermacher creó la ciencia de la comprensión, la hermenéutica. Parece indiscutible que ella es la base de la pedagogía… ¡Existe ya desde hace un siglo, y no obstante ningún pedagogo la utiliza! Muchos pedagogos ni siquiera conocen el término…
– ¿Qué métodos hermenéuticos hay que utilizar?
En 1911 fue descubierto el efecto de la superconductividad: si se coloca un conductor en un gel líquido y se lo enfría a –270ºC, la corriente pasa sin resistencia. Sólo en los años setenta se encontró la explicación de este efecto, en los Estados Unidos y la Unión Soviética al mismo tiempo. Se constató que bajo tales condiciones los electrones se unen en parejas y la resistencia desaparece. ¿Pero cómo se puede explicar este fenómeno desde el sentido común? El físico teórico Nikolay Nikolayevich Bogoliubov lo explicó de manera hermenéutica, a través del siguiente hecho: imagine que tiene que atravesar una sala en la que hay gente bailando (los electrones en su estado normal se asemejan en efecto, a gente que baila). ¿Cómo se puede pasar? Si uno se mueve solo, siempre chocará contra los que bailan. Pero si atraviesa la sala bailando con una pareja, se pasará sin problemas. Este es un ejemplo de cómo se explican los procesos más complicados de la física teórica.
– Es muy claro.
¿O por ejemplo, cómo se puede explicar lo qué es la primavera? Se puede decir que es primavera cuando brotan las hojas, florecen los árboles, es decir, a través de acciones. En ninguno de los programas pedagógicos se encontrará la hermenéutica. El término mismo puede emplearse, pero no se encontrará nada más.
– Enseñar a utilizar los conocimientos, a no poner en primer lugar los hechos mismos, sino la capacidad de resolver problemas creativamente, a aplicar la hermenéutica… ¿que más necesitamos actualmente?
Se necesita sentido del humor: estimula mucho el pensamiento, el interés. Muchos científicos eminentes no han creado su propia escuela, lo cual no es muy bueno. Reserford no tiene alumnos, Heisenberg y Einstein tampoco los tuvieron, mientras que Niels Bohr tuvo toda una escuela. Cuando él vino a Moscú al Instituto de Física, le preguntaron en primer lugar: «¿Cómo logró usted crear su escuela?» Él contestó: «Es muy fácil: contratábamos sólo a gente que tuviera sentido de humor». El humor une al académico y al estudiante. El humor es una forma de trabajar. En la escuela esto también funciona: cuando se plantea a los niños un problema de manera divertida, se ríen y lo solucionan con mucho gusto. También se puede contar chistes científicos…
– ¿En su actividad pedagógica le ayuda el sentido del humor, lo utiliza Ud.?
Cuando explico a los estudiantes el tema «Conciencia» – que es un tema muy complicado: incluso el conocimiento se puede comprender, el pensamiento también, pero la conciencia… – entonces, si no sé alguna cosa, simplemente describo las propiedades de la conciencia. Una de las propiedades de la conciencia es la reflexión. Podemos pensar en el pensamiento, construir un nuevo pensamiento, esto es la reflexión. Siempre cuento a mis estudiantes un chiste clásico del siglo XIX. En el compartimiento del tren iban dos agentes comerciales. El uno le pregunta al otro: «¡Arón! ¿Adónde vas?» Arón piensa: «Si le digo que voy a Odesa, adivinará enseguida que voy a Zhytómyr. Y si le digo que voy a Zhytómyr, adonde voy realmente, pensará que voy a Odesa». Y contesta: «Voy a Zhytómyr». El segundo dice: «Sé que vas a Zhytómyr, pero, ¿para qué me engañas?» ¡Y los estudiantes comprenden enseguida lo que es la reflexión! El humor parece ser una cosa insignificante, pero en realidad es un factor que estimula mucho.
– Hasta ahora hemos hablado de la enseñanza basada en hechos, pero además existe la ética.¿En dónde y a qué edad la persona tiene que tomar conciencia de que existen reglas y normas? ¿Es posible educar a una persona ya adulta, por ejemplo? ¿Qué puede influir en ella, además de los acontecimientos de su vida?
Empecemos con un hecho absolutamente evidente. La enseñanza es un proceso permanente. Empieza, pero no termina, nunca y a ningún nivel. Yo siempre digo: en cuanto un colega se adormezca y empiece a considerar que tiene a Dios cogido de la barba, está perdido para la ciencia.
Hablemos ahora de los fundamentos éticos. ¿Dónde nace el problema de la espiritualidad? En la creación de la imagen de sí mismo. Cada persona atraviesa el camino más largo de su vida: el camino hacia sí mismo – como resultado tiene que llegar a la comprensión de “quién es” ese “si mismo”. Y resulta ser que, esta comprensión solamente puede tener una base ética.
En la ética y en la enseñanza de la ética lo más importante es no caer en “moralizaciones”. A propósito, me parece muy mal que en la escuela secundaria hayan introducido la ética cristiana como asignatura. No porque no la acepto, al contrario, la considero como la ética fundamental. Pero, ¿quién la va a enseñar? ¡Es una cosa tan complicada! Y algunos dicen tales necedades que sería mejor que no hubiera tal asignatura.
– ¿Qué significa para usted «no caer en moralizaciones»?
Significa no simplemente decir: «Esto es bueno y aquello es malo». Aquí se resuelven totalmente otros problemas. A Tolstoi le costó mucho terminar su «Ana Karenina». El escritor la escribió a mano tres veces: no sabía cómo decidir el destino de Ana. El problema consistía en que en esos tiempos, los jurados de los tribunales de toda Europa, justificaban a un hombre por el asesinato de su mujer, si ella le era infiel, esto era normal. Todo el tiempo el escritor seguía la línea de la «Sonata Kreutzer»: el héroe le perdona todo a su mujer, está dispuesto a todo, la quiere, pero ella se burla de él, y él no aguanta más y la mata. Pero en la cárcel comprende que no ha resuelto nada, ya que sigue amándola… En principio Tolstoi seguía esta línea, pero como artista, comprendía que ésta no era una verdadera solución. Caminaba por su casa en Yasnaya Polyana, y en la repisa de una ventana encontró un volumen con obras de Pushkin sin terminar: Sofía Andreyevna las leía a los niños. Empezó a hojearlo, y encontró un cuento sin terminar «Los huéspedes llegaban a la finca…». Entre estos huéspedes había una mujer que estaba en la misma situación que Ana Karenina. Y luego Pushkin, (quien era una persona increíblemente inteligente) sugiere a Tolstoi la siguiente idea: no es problema nuestro juzgar o justificar a la mujer. Cada mujer tiene su destino, que es su castigo o su recompensa. Hay que mostrar a la mujer su destino, sin “moralización” ninguna. No hay que decirle: «No lo hagas». De todos modos hará lo que ella quiera. Hay que decirle: «¡Hazlo! Pero, si actúas de esta manera, habrá tales consecuencias».
Así se enseña la ética: por el método de las consecuencias. En la Odesa de la pre-guerra, en los tranvías había una inscripción en la ventana que decía: «Si sacas tu cabeza por la ventana, la perderás». En cambio en los tranvías de Kiev se leía: «No saques tu cabeza por la ventana»… No hay que decir a la persona «No lo hagas», hay que decirle cuáles serán las consecuencias de su acción.
– Así lo resolvieron Tolstoi, y en la Odesa de la pre-guerra, ¿y actualmente?
En la sociedad moderna la ética adquiere una importancia primordial, porque aparte de todo, nos dirigimos a una sociedad de información, y ésta no tolera la mentira. La mentira obstruye los canales de la información. Hay que mostrar el peligro ético de la mentira, y citar ejemplos de la literatura o de la vida real.
Hay verdades peligrosas, o hasta crueles para nosotros. Por ejemplo, un caso extremo: una persona mortalmente enferma no quiere pensar que se está muriendo, prefiere vivir una ilusión. Una persona enamorada, en una situación crítica, también prefiere aferrarse a una ilusión. En la vida hay verdades peligrosas y hay mentiras salvadoras, y cada persona se aferra a ellas a su modo. Como decía Pushkin: «No es difícil engañarme, me engaño yo mismo». Goethe decía: «Prefiero una verdad peligrosa antes que una mentira salvadora». ¿Por qué? Porque la verdad corregirá el prejuicio por sí misma, pero la mentira jamás. En general, Goethe expuso correctamente un principio ético de la pedagogía: si vemos a una persona tal como es y la tratamos de forma correspondiente a como es, esa persona se convertirá en algo peor de lo que era; pero si la vemos como “debería ser”, y la tratamos de forma correspondiente a como “debería ser”, esta persona será tal como “podría ser”. Hay que convencer a una persona con la oportunidad de ser buena.
– ¿Quién y cómo puede enseñarse la ética?
La ética se enseña solo a través de ejemplos. No se trata de dar ejemplos abstractos, sino de recurrir a situaciones que se puedan verificar en personas reales. Poco tiempo después de la guerra estuve en Lviv, donde todavía funcionaban algunas iglesias, y entré en una de ellas para escuchar a un sacerdote. El cura predicaba el sermón de esta forma: en Polonia no habrá nunca ningún ateísmo. Hablaba muy sencillamente, en general lo más importante es la sencillez. «Estaba aquí durante la ocupación, – decía el cura a las ancianas, – y vi a los alemanes llevar a la gente a la muerte. La gente iba como un rebaño de carneros, – entonces alzó la voz, – pero Dios no ha creado al hombre de esa manera. El hombre tiene que tomar una decisión». Qué decisión? no lo decía, pero estaba claro incluso sin hablar: o uno mismo toma la decisión de morir, luchar y enfrentarse a los fusiles, u otros lo llevaran a la muerte … Pero en cualquier caso hay que tomar una decisión. La decisión propia.
– ¿Es decir, no hay recetas ya listas en cuestiones éticas?
En cuestiones morales uno no debe ser dogmático ni absolutista. Hay un tipo particular de gente: los amantes de la verdad, que todo el tiempo luchan por ella. Pero la vida es más complicada. El simbolista ruso Andrey Beliy decía: «¡Qué dicha es ser soldado! Aquí están los tuyos, y allí está el enemigo. ¡Qué sencillez! ¡Qué claridad!» Y en la vida, ¿cómo puede uno determinar quién es el amigo y quién es el enemigo?. Es una tarea muy complicada. Cada persona tiene sus rasgos positivos y negativos. Pero, por extraño que parezca, el ser humano siempre siente instintivamente dónde está el bien y dónde está el mal. El camino justo hay que buscarlo, o por el instinto, o por el sentido común. Pero a veces el hombre es débil y comete errores, y algunas veces hay que saber perdonar, en otras hay que encontrar un consenso, pero nunca hay que perder de vista los valores que guían nuestro camino.
– ¿A qué valores en la educación y la enseñanza aspira la sociedad de hoy?
Esa es una pregunta muy seria. Aquí hay que tener en cuenta una circunstancia: la sociedad hacia la cual nos dirigimos, se llama con razón sociedad del conocimiento. Pero la seguridad no la da el dinero, sino los altos estándares de educación.
Aparecen escuelas como la «École Normale» de París, en donde a los estudiantes les enseñan a solucionar problemas heurísticos, por eso a estos estudiantes los contratan incluso mientras estudian, les dan becas, departamentos o lo que sea … Un compañero mío estuvo en la «École Normale» en un examen de historia. A los estudiantes no les preguntaron fechas o hechos (los hechos y las fechas se los puede aprender de memoria), les dieron solo una tarea: «Se sabe que Napoleón escribió once cartas al ministro inglés Pitt. Pero nos han llegado solamente 10. Escriba la undécima carta. Ella puede contener solamente una frase, pero usted debe saber, acerca de lo qué el podría haber escrito, y lo más importante hay que mantener el estilo, el sentimiento de la época». ¡Éste es un examen! Y esta gente tiene seguridad en la vida.
– ¿Puede o no la educación, por buena que sea, dar sentido y plenitud a la vida?
Por supuesto que puede hacerlo, además hay que amar el trabajo y adquirir conocimientos basados en la conciencia. Estos son conocimientos que marcan el destino. Esto es, la humanización o la etización del conocimiento. Y hay que superarse a sí mismo, aunque suene con mucho énfasis, pero en realidad es muy posible y alcanzable. En el sentido más ordinario es lo que enseñaba el mismo Platón: «al terminar el día hay que hacer un balance, en lo qué te has superado a ti mismo». Si lo haces constantemente, aprenderás a superarte a ti mismo, porque en cualquier creación el hombre se supera a sí mismo, se hace mejor, hace descubrimientos, etc. Esto es un rasgo muy importante.
Iryna Kamenschikova.
Créditos de las imágenes: www.mundos-fantasticos.com
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