Para los occidentales, comprender el concepto de ciencia de la antigua civilización maya no es sencillo. La concepción modernista del mundo impuso la idea de que lo civilizado era un estilo de vida bien preciso, fuera del cual todo era extraño, exótico o propio de pueblos primitivos.1
La primera barrera que aparece en una aproximación a la ciencia maya es la del lenguaje. ¿Cómo hablar de la ciencia de una civilización que expresa sus ideas fundamentales en lenguaje mitológico? ¿Cómo constatar el valor científico de un hecho expuesto de una manera poética, gráfica, arquitectónica o profética? ¿A que se puede llamar investigación en un sistema de conocimiento e interpretación de la realidad heredado de generación en generación desde épocas sin tiempo? La segunda es que no se encuentra una conexión muy clara entre ciencia y tecnología. Su tecnología pertenece prácticamente a la Edad de Piedra, pues si bien conocieron el metal lo utilizaron muy poco; no generaron máquinas ni domesticaron animales de carga y su arquitectura monumental es bastante tosca. Pero nadie duda de que sea una de las grandes civilizaciones del pasado.
Esta es una modesta aproximación a las ideas que fundamentaron la ciencia que desarrolló este singular pueblo. En los inicios del siglo XXI es mucho lo que se ha descubierto de este mundo pero es mucho más lo que se ignora. Quienes estudiamos la tierra de los mayas o vivimos en ella, somos tocados por su cosmovisión y aun lejanamente participamos de ésta; sus nahuales nos capturan y nos dejan libres a ratos; sus tormentas eléctricas y sus cada vez más frecuentes huracanes nos recuerdan que los Dioses están siempre encima de nuestras cabezas, y bajo nuestros pies; Venus nos mira desde lo alto mientras el tiempo pasa y los ciclos se cumplen. Somos pequeños. Somos los mismos humanos de hace mil, dos mil, o diez mil años ante el abismo de lo desconocido.
El interés por el mundo maya viene desde la época de la conquista española, en los siglos XVII y XVIII. Cuando comenzaron los estudios de la civilización maya en el siglo XIX, los productos aportados eran dibujos, reportes, relatos verbales y crónicas de exploradores, expedicionarios y curiosos que visitaban sus ciudades cubiertas casi totalmente por la vegetación selvática, en vista de la enorme pasión que existía en Europa por los antiguos pueblos americanos. Finalmente en el siglo XX termina la exploración e investigación a título personal y comienza una época de investigación institucional de las monumentales ruinas y otros vestigios materiales. Durante unos 60 años se acumuló una cantidad impresionante de información y documentos, dibujos, mapas, levantamientos de monumentos, libros publicados y otros, pero de allí no surgían respuestas a muchas preguntas: ¿Cuál era la forma de vida de estos pueblos? ¿Cuál era la utilidad de los cientos de objetos encontrados? ¿Qué significado daban a sus símbolos gráficos? ¿Qué acontecimiento terminó con esta civilización o dispersó a sus habitantes? ¿Cuál es su antigüedad? ¿Cuales fueron sus contactos culturales? ¿Quienes fueron sus amigos, quienes sus enemigos, que normas regían sus vidas?
En esta época se surgen los arqueólogos de gran renombre Sylvanus Morley y Eric Thompson, quienes elaboraron una explicación clara y articulada de este misterioso mundo y que terminó por convertirse en el “modelo tradicional de la civilización maya”. La visión del mundo maya que produjo fue un eco de la imagen romántica del “buen salvaje”; un pueblo pacífico, aislado de influencias externas y temeroso de sus extraños dioses; paciente, obediente de sus gobernantes y sacerdotes, en perfecta armonía social que le permitió construir portentosas pirámides y obras de arte, estudioso del cielo, obsesionado por el paso del tiempo y víctima de un oscuro suceso que causó su desaparición. En los últimos años, a la luz de la moderna investigación, el modelo ha sido debatido, corregido o superado pues estuvo basado en premisas falsas o incorrectas cuyas raíces se pueden encontrar en los exploradores y científicos del siglo anterior.
Los avances en el desciframiento de la escritura maya y la incorporación del modelo de investigación multidisciplinaria cambiaron radicalmente muchas de las interpretaciones de los vestigios materiales de ésta civilización y hoy se tiene una idea más aproximada de lo que puede haber sido este pueblo. Actualmente se conoce su cosmogonía, cosmología, algunos símbolos universales compartidos con el resto de América precolombina y mucho de de su forma de vida.
¿Qué revela el nuevo modelo de interpretación? Los pueblos mayas estuvieron sometidos a grandes presiones políticas, tuvieron que desplegar habilidad para conservar sus rutas comerciales, practicaron la guerra, la diplomacia, el arte y la ciencia. Enfrentaron problemas demográficos, habitaron las grandes ciudades que otrora se creyeron únicamente centros ceremoniales, honraron a las divinidades tradicionales, sus reyes derramaron sangre en los altares, escribieron miles de códices, cultivaron el maíz y celebraron, como hoy, sus fiestas calendarias.
Conforme a este nuevo modelo se puede devolver la dimensión humana al pueblo maya, que ha perdido bastante de su halo de romanticismo. Se puede indagar en su concepción religiosa, artística y científica con más certeza y se puede ver cómo, después de miles de años, persiste el tronco de la tradición en los mayas actuales. Ya no se puede considerar a priori a sus sacerdotes tradicionales como charlatanes ni a su ciencia como “primitiva”, “prelógica” o “pseudo ciencia” , pues previo a desvalorizar esta esfera de acción del mundo maya habría que demostrar que tanto sacerdotes como concepciones científicas no pudieron llenar el objetivo por el cual fueron creados, esto es, tender un puente entre el mundo divino y el mundo terrestre a través del ser humano para conocer y manejar la naturaleza y para cumplir con el mandato mas claro que compete al ser humano: honrar a los Dioses.
El ser humano crea una cultura y una civilización para sobrevivir como grupo y para llevar a cabo sus sueños y realidades interiores; para lograrlo necesita, por una parte, crear una comunidad de ideas que le permita direccionar la plasmación y por otra, crear instrumentos para conocer el mundo y manejarlo. La ciencia es una gran caja de herramientas, aunque no la única, al servicio de un grupo humano que necesita modificar un entorno cambiante y mantener una forma civilizatoria que terminará por desgastarse y fenecer cuando quienes la vitalizan pierdan las ilusiones, los sueños, las imágenes mentales y la visión de grandes ideales colectivos.
La diversidad de culturas y civilizaciones surge de la acción de un grupo humano que crea soluciones adaptativas y novedosas ante un entorno singular que no permanece constante, sino que cambia por virtud de la misma acción humana y el paso del tiempo. Antes de la acción surge la inspiración o idea de lo que se quiere hacer. Después comienza la búsqueda de los instrumentos que van a permitir la plasmación de una forma de vivir, pensar, sentir, hacer y trascender.
En razón de lo anterior, es de suponer que todos los grupos humanos que han llegado a constituir una civilización han conocido la ciencia, pero seguramente su concepción científica ha sido acorde a su concepto de la vida, el ser humano, el Universo y Dios, lo que equivale a decir que no la han concebido exactamente igual que nosotros. No obstante es probable que si se pudiera seguir la pista a las formas que ha tomado la ciencia en las diferentes civilizaciones, al final del camino se puedan establecer puntos de convergencia que nos asombren, pues lo que ha cambiado no es el mundo, sino el concepto del mundo que los humanos tienen en un determinado tiempo y lugar y por consiguiente, el concepto de ciencia.
En el mundo occidental, la ciencia tal cual la concebimos hoy, comenzó a ganar terreno a partir del siglo XVII. Tanto expandió su importancia y relieve que sus acérrimos defensores la han presentado a muchas generaciones como la actividad humana mas alta, incluso con vistas a reemplazar a la religión y a la filosofía. Es conocido el modelo teórico del siglo XIX que resume la historia del conocimiento a cuatro grandes etapas: animista, religiosa, filosófica y científica, siendo la última la corona del conocimiento humano. Si bien este modelo pudo tomarse como cierto en una época en que la ciencia prometía mucho, hoy en día y a la vista de las verdades comprobadas por la misma ciencia, está devolviendo los espacios usurpados a la religión y a la filosofía y procura, mas que reemplazarlas, complementarlas con su aporte de análisis, objetividad y rigor en el conocimiento y dominio del mundo.
El concepto que un grupo humano tiene de la ciencia en un determinado tiempo y lugar está encadenado a una concepción total de la vida, a una cosmogonía y cosmología, a una idea del ser humano y su destino, del mundo y de Dios.
¿A qué se llama ciencia en occidente? Reducido a líneas muy gruesas, la ciencia para el mundo occidental tiene su punto de partida en una concepción materialista; es un proceso determinado para adquirir conocimientos objetivos del mundo y el ordenamiento de estos conocimientos en cuerpos teóricos compuestos de principios, leyes y teorías. Su finalidad es explicar mediante una relación causal el comportamiento de un sistema y predecir los hechos futuros de ese sistema en determinadas circunstancias. Uno de los grandes propósitos de la ciencia actual es producir tecnología, como parte de toda una promesa de progreso para la sociedad humana y para una buena parte de la humanidad, ciencia y tecnología son sinónimas. Su método es experimental y objetivo, y su lenguaje es especializado, lo mismo que su acción concreta, que está dividida en cientos de especialidades.
Esta manera de concebir la ciencia apunta al conocimiento de una realidad material que se ha de dominar y predecir, surge de una forma de concebir el mundo fragmentaria y lineal donde sólo son comprensibles pequeños trozos de actividad y vida suficientemente predecibles, donde se concibe como verdadero y lógico lo que cabe dentro de alguna categoría analítica preexistente, limitada y aceptada como correcta. Las diferentes especialidades operan circularmente y muchas veces no llegan a tender puentes entre sí para predecir efectivamente el comportamiento del sistema.
Los especialistas aprenden su oficio en una universidad o escuela técnica y rara vez crean la ciencia que profesan, mas bien la ejercen por una vocación manifiesta o necesidad.
El concepto del mundo y de la ciencia está basado en una visión religiosa del universo y de la vida, según la cual todo se origina en las energías sagradas que se manifiestan en la multiplicidad de la naturaleza. La unidad entre lo celeste y lo terrestre y los grandes conceptos cosmológicos aparecen continuamente y se manifiestan en todas sus creaciones, desde sus ciudades hasta sus mitos, códices e historia sagrada. Estos mitos, que son conocidos por una parte de la población maya actual, explican el nacimiento del mundo y la moral humana. En ellos está dicho que el hombre está integrado al universo por contener en su ser sustancias vegetales, animales y divinas, es a la vez uno y múltiple, y tiene como misión fundamental mantener a los Dioses. En alguna clave, soporta las fuerzas del cosmos y de todos los humanos, el rey es quien está en el centro donde convergen el cielo, la tierra y el infierno, en el punto central de la cruz y en su base.
Dice la tradición que los Dioses crearon el cosmos con una sola finalidad: la conservación de su propia existencia a cargo del hombre, que es a su vez intermediario entre el cielo y la tierra. Pero ambos constituyen una unidad y el ser humano esta en el centro, desde donde acata la voluntad de los Dioses como creador de la vida, la suya propia y de aquella que se plasma a través de sus actos cotidianos colectivos. Debe conocer el mundo y sobrevivir en el sin obstruir el flujo de las fuerzas sagradas y sin oponerse al destino que esas mismas potencias le han asignado.
Ante esta concepción unitaria del universo el conocimiento científico resulta difícil de parcelar. Así, medicina, astronomía, matemáticas, física, arquitectura, astrología, agronomía, política, historia, otras ciencias y diversas técnicas prestan servicios al ser humano y actúan en continua interrelación, pues el mundo es uno e integral, la ciencia es el conocimiento del mundo y su utilidad no cambia siempre y cuando se aplique en el mundo terrestre conforme a la voluntad de los seres divinos. Dice Mercedes de la Garza:
“Los conocimientos matemáticos, astronómicos y cronológicos de los mayas pueden ser considerados como una ciencia objetiva según en concepto occidental y convencional de ciencia, pero desde las perspectiva de sus creadores esas ciencias son una manera de vincularse con lo sagrado, en tanto que los astros y el propio devenir son energías divinas que influyen sobre el mundo y los hombres; y esos conocimientos tienen la finalidad de proteger al hombre, ayudarlo a sobrevivir materialmente y anticipar su futuro; por ello, forman parte de la religión. Las fuerzas sagradas que se generan en cada uno de los lapsos actúan benéficamente o maléficamente sobre el hombre; pero éste no está sometido pasivamente a los dioses, pues como el movimiento de ellos es cíclico, conociendo lo que ocurrió en el pasado puede saber lo que vendrá y buscar la forma de mejorar ese destino. Así, los logros “científicos” implican una actitud creativa y libre ante los dioses, que tiene como eje la preocupación por el destino humano.” (1998: 104-105).
En la mente del maya ancestral no hay un límite preciso entre el individuo y la naturaleza, tampoco entre lo natural y lo sobrenatural ni entre Dioses y los humanos. Esta característica es común a muchos pueblos del pasado de la humanidad que conciben la unidad con la naturaleza y la armonía del grupo como lo más importante para la supervivencia. Por ello, el temor a la muerte y al futuro son reemplazados por la confianza en un el sustrato Divino que lo sostiene, eterno y siempre presente en los espirales de la Vida.
Sin especialización del trabajo no puede surgir una sociedad compleja ni mucho menos una civilización, pero por su concepto unitario de la vida es probable que el especialista haya sido mas bien un generalista, sobre todo en algunas profesiones como la medicina y el sacerdocio. Sin duda conocían las ciencias y las técnicas como lo demuestran sus creaciones materiales e inmateriales pero los límites de los campos de acción eran más difusos.
Los oficios que aparecen claramente señalados en los testimonios hasta ahora descifrados son el sacerdocio, cuya especialidad es hoy en día el conocimiento del calendario pero que en época clásica estaba diferenciado en varias funciones, 2 músico y/o actor,3 médico, comerciante, pintor, tallador y el amanuense o escriba.4 Diego de Landa reseña:
“El oficio de los sacerdotes era tratar y enseñar sus ciencias y declarar las necesidades y sus remedios, predicar y echar las fiestas, hacer sacrificios y administrar sus sacramentos. El oficio de los chilanes era dar al pueblo las respuestas de los demonios y eran tenidos en tanto que acontecía llevarlos en hombros. Los hechiceros y médicos curaban con sangrías hechas en la parte donde dolía al enfermo y echaban suertes para adivinar en sus oficios y todas cosas. Los chaces eran cuatro hombres ancianos elegidos siempre de nuevos para ayudar al sacerdote a hacer bien y cumplidamente las fiestas. Tacones eran dos oficios, el uno perpetuo y poco honroso porque era el que abría los pechos a las personas que sacrificaban; el otro era una elección hecha de una capitán para la guerra y otras fiestas, que duraba tres años. Este era de mucha honra.” (1978: 49)
Las mismas fuentes revelan actividades varias, sin que por eso hayan sido las únicas que la persona desempeñaba. Tales son: jugador de pelota5, orfebre, carpintero, guerrero, cazador y labriego. En documentos de la conquista y colonia española, de donde provienen muchas referencias, no se hace mención explicita a los arquitectos, astrónomos y matemáticos.
En la siguiente tabla se presenta una suerte de esbozo comparativo de ambas concepciones de la ciencia. Es de carácter general y refleja solo las grandes líneas, pues hay mucho de la civilización maya que aun se desconoce por lo que la dicha tabla puede y debe ser revisada.
Ciencia occidental |
Ciencia maya |
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Objetivo |
· Manejar una realidad material cuya causa está en la materia. · Previsión de los hechos futuros con apoyo en una Ley producto de la inducción, que pronto se convierte en tradición. · Crear tecnología |
· Construir un puente para vincularse con lo sagrado y así crear en el plano material conforme a la voluntad de los Dioses. · Predicción de los hechos futuros por el conocimiento de una Ley revelada por la tradición. · Crear entendimiento |
Método |
· Método experimental, analítico el inductivo del hecho a la Ley. · Del mundo fenoménico al mundo de la formulación teórica |
· Método racional, sintético y deductivo de la Ley al hecho. Del divino mundo de las causas al mundo terrestre de los acontecimientos |
Conocimiento |
· Conocimiento provisional y/o parcial de las leyes que rigen un mundo material que cambia y se renueva continuamente. · El origen del conocimiento es conocido. |
· Conocimiento definitivo y/o total de las leyes que rigen un mundo material que cambia y se renueva continuamente. · El origen del conocimiento es desconocido. |
Especialidades |
· Especialidades que son útiles en una realidad urbanamente compleja, fragmentada, parcelada y ajena a los ciclos naturales y al mundo sagrado. | · Especialidades útiles en una realidad rural y urbanamente simple, donde persiste el contacto con los ciclos naturales y el mundo sagrado. |
Lenguaje |
· Lenguaje técnico y simbólico general y uno apropiado a cada especialidad, completamente cerrado para los externos al oficio. | · Lenguaje técnico, simbólico, pictórico y poético, de difícil comprensión actual. |
Aunque se encuentran evidencias astronómicas en todo vestigio que refleje la cosmogonía maya, tales como vasos, pinturas murales, edificios, estelas funerarias, los conocimientos astronómicos, astrológicos y matemáticos quedaron plasmados en los calendarios, que a decir de modernos sacerdotes, eran 20 y estaban todos relacionados. Fueron concebidos para abarcar un tiempo total, circular y eterno, reflejo de la bóveda celeste. Hoy se utilizan solo tres, el solar o Haab, de 365 días, compuesto de 18 meses de 20 días cada mes y un mes de 5 días al final del ciclo; el Cholk’ij o sagrado de 260 días, que se forma de la combinación de 20 días y 13 numerales y de la combinación de ambos calendarios surge un período de 18, 980 días (52 años) tras el cual se repite el ciclo. Este ciclo de 52 años se le llama la Rueda Calendarica.
Cada día estaba regido por uno de los nueve Señores de la Noche que se sucedían en progresión a manera de nuestra semana de siete días. También se contabilizaba en el calendario el crecimiento y decrecimiento de la luna y la posición del planeta Venus, por lo que cada día tenía un mensaje personalizado e inconfundible.
Para períodos mayores de tiempo se utilizaba la Cuenta Larga basada en eras. Permitía contabilizar ininterrumpidamente el transcurso de los días en un sistema de referencia temporal que podía adentrarse por igual en el tiempo pasado y en el futuro. Su base unitaria era el tun o período de 360 días o un año; 20 tunes conformaban un katun o 20 años, 20 katunes constituían un baktun o 400 años, 20 baktunes hacían un pictun de 8,000 años, 20 piktunes formaban un calabtun de 160,000 años y así sucesivamente.
Los cuatro códices mayas6 que se aceptan como originales contienen información astronómica, en especial el Dresden, que contiene tablas calendarias que señalan eclipses futuros, visibles o no desde el área maya, y tablas de visibilidad del planeta Venus. Además contiene otras series de datas y tablas que describen fenómenos importantes ocurridos en el cielo; ortos y ocasos heliacos de los planetas y sus conjunciones. Los códices también contienen datos sobre ceremonias religiosas y otras ciencias. Fray Diego de Landa, en el siglo XVI, mandó quemar millares de ellos por lo que se perdió valiosa información científica e histórica
También se encuentran evidencias de conocimientos astronómicas en las estelas. Scheele menciona que en la estela de Cobá está registrada la fecha 13.0.0.0.0, 4 Ahau, 8 Cumkú, que es la fecha inicial de la “cuenta larga” y es el principio de la era en que vivimos. Ese fue el día de la creación del mundo, que corresponde al 13 de agosto de 3,114 a.C. En Quiriguá y Palenque se registra la misma fecha de inicio de la nueva era, con pequeñas variaciones7.
Aunque se reconoce universalmente que el sistema matemático maya es una creación extraordinaria que opera hasta nuestros días y que permite una visión tridimensional de las cosas, es mucho más lo que se ignora que lo que se sabe. Es evidente su relación con la Astronomía y la elaboración del calendario, mas se ignora hasta la fecha si permitía operaciones complejas algebraicas, radicaciones, potenciaciones y cuáles serían los símbolos utilizados para efectuar las operaciones simples.
Dice Diego de Landa:
“Que su contar es de 5 en 5 hasta 20, y de 20 en 20 hasta 100, de 100 en 100 hasta 400, y de 400 en 400 hasta 8 mil;”…”Tienen otras cuentas muy largas y que las extienden ad infinitud contando 8 mil veinte veces, que son 160 mil, y tornando a 20, duplican esas 160 mil, y después de irlo así duplicando hasta que hacen un incontable numero, cuentan en el suelo o cosa llana”.(1978:41)
El sistema matemático maya era vigesimal y sus números se formaban a partir de tres símbolos; un punto de valor 1, una raya de valor 5 y una concha de valor cero, cuyo uso es desconocido en otras civilizaciones. Para expresar números mayores de 20 se utilizaba un juego de posiciones verticalmente acumulativas que se llenaban con múltiplos de 20. La explicación de la modalidad vigesimal del sistema numérico se encuentra en el calendario. El mes maya de 20 días, uinic o uinal designa también la palabra ser humano, que con sus 20 dedos conforman una unidad que abarca 20.8 Esta afirmación recuerda aquella otra del mundo clásico occidental y del Renacimiento europeo: “El hombre es la medida de todas las cosas”.
Es un sistema que permite concebir tridimensionalmente las matemáticas, pues en el paso de un nivel a otro opera la potenciación. Al igual que las demás ciencias, esta concebido desde la Unidad, que se divide en ciclos que finalmente pueden abarcar todo el universo mensurable.
Desde la época de E. Thompson se ha considerado a los mayas como los grandes astrónomos de América antigua. Los actuales descubrimientos y nuevas interpretaciones los confirman entre las civilizaciones más conocedoras del cielo, sus movimientos, sus relaciones y lo que es aun más importante, intérpretes cabales del significado y la influencia del mundo celeste en la esfera humana y terrestre. Como las demás civilizaciones antiguas, el estudio de la Astronomía estaba estrechamente relacionado con su cosmovisión, sus mitos y su religión. La Astronomía era la ciencia que permitía el dominio de las dimensiones del mundo: el tiempo y el espacio.
En el mundo maya, el tiempo esta íntimamente relacionado con el tránsito circular del Sol por el firmamento. La ciclicidad del espacio – tiempo es una de las características de su concepción cosmogónica. Pero el tiempo no es un concepto abstracto sino evidente y permite que los seres tengan sus cualidades propias. Estas ideas sobre el espacio- tiempo se perciben en sus rasgos culturales, en sus conocimientos calendaricos y astronómicos, en sus mitos cosmogónicos y también en sus textos sagrados, proféticos e históricos. Según su cosmología, el universo un ser en continuo movimiento, incluso los Dioses no son seres estáticos, son uno y muchos, masculino y femenino, vida y muerte, celeste y terrestre. Este movimiento abarca al ser humano y lo hace participar de lo divino al formar parte de la naturaleza toda.
Se enumeran a continuación algunos de sus conocimientos astronómicos, no los únicos, evidentes y registrados en testimonios que se han estudiado y descifrado.
Conocían la influencia de los astros sobre la tierra, la sociedad humana y las personas
La anterior afirmación apunta a la ciencia Astrológica. Quien conoce a los actuales pueblos mayas y su enorme sentido práctico no podría aceptar que el conocimiento exacto hasta lo increíble que tenían de las posiciones astronómicas de los planetas, estrellas, constelaciones y su cuidadoso registro en tablas y calendarios haya sido por curiosidad o por el conocimiento en sí. En otras palabras, por el placer de conocer el movimiento de los astros. Con los miles de códices que se perdieron para el patrimonio científico de la humanidad, quedó perdido el conocimiento que posiblemente revelara cuáles eran las influencias específicas de cada planeta sobre la tierra y las virtudes y vicios de las grandes conjunciones planetarias y los cuerpos celestes al actuar sobre la sociedad humana y el individuo.
Hoy en día el conocimiento de los calendarios permite la celebración de los años nuevos solar y sagrado, y otras fiestas menores.10 Como la vida terrestre es un reflejo de la vida celeste, la Astronomía marca las posiciones siderales y la Astrología codifica este lenguaje del cielo en ritos y objetos con significado para los humanos. Se replica entonces en el plano terrestre lo que ocurre en el cielo y se asegura la continuidad de vida y el renovado compromiso con los seres divinos.
Todavía queda otro enigma. A la fecha ha sido imposible determinar como este pueblo llego a realizar lo que Thompson llama la proeza intelectual: poseer tan enormes conocimientos astronómicos pues la observación del cielo que se concreta en ciencia es una tarea acumulativa de varias generaciones e implica el uso de instrumentos sofisticados al máximo.
“No debemos olvidar tampoco las condiciones en las cuales trabajaron estos astrónomos. En las primeras horas de la mañana la neblina es frecuente un la selva húmeda de las tierras bajas del país maya y durante las largas estaciones de lluvias lo obligado es un cielo lleno de nubes. Un tiempo tan traicionero debe de haber frustrado completamente la observación de los ortos heliacos una y otra vez…” “En tales circunstancias deben de haberse requerido muchas generaciones de observadores para alcanzar finalmente la exactitud que lograron: ¡un error de un día en apenas algo mas 6000 años!” (1988:207)
Cuando la correspondencia entre la esfera celeste y la esfera terrestre no tienen perfecto equilibrio se suscitan males. El ser humano es muy sensible a la alteración del equilibrio entre el cielo y la tierra y este fenómeno se conoce como enfermedad, que se entiende como un estado transitorio de malestar o desequilibrio causado por un agente sutil malévolo o por la violación de una ley natural. Es por eso que se necesita de la persona del médico para restablecer la armonía.
Actualmente se conoce muy poco acerca de la medicina maya prehispánica y consiste en un conjunto de informaciones de diversas fuentes por lo que ha sido muy difícil reconstruir el concepto de la enfermedad, así como los conocimientos para combatirla. “El Ritual de los Bacabs”, tratado maya trascrito a caracteres latinos en el siglo XVI recopila 68 textos curativos en forma de ritos, plegarias y recetas. Se utilizaba para dirigirse a viva a voz a deidades menores encargadas de curar males, pues la palabra del médico estaba dotada de fuerza para traspasar los umbrales hacia el mundo sutil y apelar por la intervención divina en asuntos humanos. En los códices Dresde y Madrid se hace referencia a enfermedades y calamidades curiosamente calendarizadas; todas ellas aparecen ligadas a la presencia de la diosa lunar Ixchel, patrona del parto y de la adivinación. Los libros del Chilam Balam contienen referencias a infortunios, curaciones, enfermedades y remedios.
Diego de Landa hace referencia a curaciones desde la función sacerdotal. Es muy difícil establecer especialidades cuando se trata de devolver el equilibrio a los seres humanos, por lo tanto el médico ejercía funciones sacerdotales, psicopómpicas, terapéuticas y profilácticas. Tampoco los médicos eran iguales entre sí, podían ser sacerdotes, médicos, curanderos o chamanes. No ejercían la profesión por inclinación personal sino que eran llamados a la profesión desde su nacimiento11 o a través de alguna señal, un sueño, un encuentro con la muerte u otra experiencia extática. A lo largo de su vida se preparaban para llevar a cabo la misión que el destino y los Dioses le habían encomendado.
Concebían las enfermedades como naturales las contraídas por efecto del “mal tiempo” como la lluvia y los vientos fríos, por la ingestión de agua con parásitos, o por el efecto del trabajo; y como sobrenaturales las relacionadas con “influencias” o “vientos” producidos por personas, animales, plantas u objetos, o directamente por los “seres sobrenaturales”. El Popol-Vuh describe admirablemente las enfermedades que padecía la población maya por influencia de la corte infernal al servicio de los jueces supremos del infierno, Hun-Came y Vucub-Came:
“Eran, pues, Xiquiripat y Cuchumaquic, Señores de estos nombres. Estos son los que causan los derrames de sangre de los hombres. Otros se llaman Ahalpuh y Ahalgan´a, también Señores. Y el oficio de estos era hinchar a los hombres, hacerles brotar pus de las piernas y teñirles de amarillo la cara.”…”Otros eran el Señor Chiamabac y el Señor Chamiaholom, alguaciles del Xibalba12, cuyas varas eran de hueso. La ocupación de estos era enflaquecer a los hombres hasta que los volvían solo huesos y calaveras y se morían y se los llevaban con el vientre y los huesos estirados.”…”Otros se llamaban el Señor Ahalmez y el Señor Ahaltogob. El oficio de estos era hacer que a los hombres les sucediera alguna desgracia, ya cuando iban para la casa, o frente a ella, y que los encontraran heridos, tendidos boca arriba en el suelo y muertos.”…”Venían en seguida otros Señores llamados Xic y Patan, cuyo oficio era causar la muerte a los hombres en los caminos, lo que se llama muerte repentina, haciéndoles llegar la sangre a la boca hasta que se morían vomitando sangre. El oficio de cada uno de estos Señores era cargar con ellos, oprimirles la garganta y el pecho para que los hombres murieran en los caminos, haciéndoles llegar la sangre a la garganta cuando caminaban”… (123-123:1947)
Para la curación de las enfermedades utilizaban con frecuencia la “medicina de las similitudes” que busca la sanción con los parecidos, plantas medicinales y la terapéutica religiosa consistente en oraciones y ofrendas tales como vasijas, figurillas o miembros humanos de cerámica en calidad de exvotos para obtener o agradecer la curación de ciertos males a las divinidades especificas de la curación.13
Entre estas divinidades, la principal era Itzamna, Señor del Cielo, de la Vida y de la fertilidad. Ixchel, su esposa, era considerada la diosa de la luna, del agua y de las inundaciones; quizá la que más se acerca al honor de llamarse Diosa de la Medicina, pues era su protectora así como de las parturientas, se le suponía inventora del arte de tejer. Otros dioses de la medicina eran Cit Bolon Tun y Ahau Chamahez. Dioses menores en medicina eran los llamados Bacabs, cuatro hermanos que colocados en cada uno de los puntos cardinales sostenían el universo, y que se asociaban a fenómenos naturales como la lluvia y el viento que también podían traer enfermedades. En la parte opuesta, la de los dioses malvados, destaca el llamado dios de la muerte Ah Puch (también llamado Cum Hau, Hum Hau, Ahal Puch) y los antes mencionados Señores del Xibalba.
¿Es posible que un pueblo con tanta preocupación por el tiempo haya carecido de sentido histórico? Nuevamente aparece la reflexión acerca de qué llamaremos ciencia ¿Nuestro paradigma científico o la noción de utilidad para navegar por el río de la Vida?
El concepto occidental de ciencia histórica como reflexión crítica, objetiva, sistemática y verdadera de los hechos pasados y su registro no puede aplicarse en este caso, pero sin duda los testimonios escritos que reflejan quehacer histórico están a la vista.
Es un hecho que el testimonio escrito de los mayas es el único del mundo precolombino que sobrevivió. Su elegante escritura estaba a cargo de especialistas que no solo eran calígrafos sino verdaderos artistas. Oficio de letrados, la escritura y su lectura no eran para el pueblo:
“… era una proposición sagrada con la capacidad de capturar el orden del cosmos, de informar acerca de la historia, de dar forma al ritual y de transformar el material profano de la vida cotidiana en algo natural” (Schele, Freídel 54:1999)
El nombre maya del oficio era Aj Dzib y quienes lo practicaban pertenecían a los estratos sociales más altos de esta sociedad, como lo demuestra el estudio de un vaso cilíndrico del sitio de El Naranjo, en que el amanuense además de poner su firma, refiere su parentesco real.14 En el sitio de Copán, la fachada del edificio principal del grupo residencial conocido como “Sepulturas” estaba adornada con esculturas de escribas. El palacio fue propiedad de Mac Chanaal, la persona más importante de ese grupo de construcciones, amanuense que vivió durante el reinado de Yax Pac, último de los grandes reyes de Copan y que gobernó entre el 763 d.C. y probablemente el 830 d.C. 15
Los primeros textos datan del Preclásico Tardío, 300 a.C. al 100 d.C. y según Schele, éste fue el principio de la historia para los mayas y el principio de la era de los grandes reyes.16 Su escritura preservó no solo la historia de sus reyes sino el significado que tenía para ellos el poder y el carácter sagrado de sus majestades.
La epigrafía demuestra el registro de entronizaciones, juegos de pelota, dinastías reales, nombres de ciudades y gobernantes, nacimientos, muertes, fechas de batallas y otros acontecimientos políticos con una exactitud asombrosa; relata una historia de vencedores y vencidos en la que los grandes vencedores quieren perpetuar su recuerdo y sus obras. ¿No son estos los temas de la historia de Occidente?
Por lo que se sabe, la motivación principal del registro de los hechos responde a la reafirmación del parentesco de los reyes con la esfera de lo divino, especialmente en el caso de los gobernantes del Clásico. Sus sacerdotes astrónomos podían interpretar el devenir cósmico y ver sus efectos en mundo humano sin mucha dificultad pues en una concepción unitaria de la vida, no es difícil descubrir el principio tan antiguo “Como es arriba es abajo”.
No solo en las estelas se aprecia el testimonio histórico; el memorial Tecpán Atitlán, tratado post hispánico, relata hechos de la conquista desde la perspectiva de los pueblos indígenas y el Popol-Vuh, trascrito al castellano en el siglo XVII se refiere con toda claridad a los linajes quichés, a la fundación de ciudades y otros hechos relacionados con la migración de este pueblo.
Los relatos míticos del Popol –Vuh reflejan nada menos que la historia de la humanidad y sus sucesivas creaciones y destrucciones. En dichas narraciones, que no contienen fechas absolutas y presentan la memoria de un pueblo que se remonta al tiempo eterno, se distingue el poder de los Dioses por sobre los humanos, que son su proyección. Esta actitud profundamente religiosa los llevó a hacer esfuerzos por entender a los seres sin tiempo y sus manifestaciones en la tierra.
Los testimonios escritos mayas sobre el pasado son referencias a los grandes linajes y sus hazañas, a los orígenes de la comunidad, guerras, fundación de ciudades y entronizaciones. Para lograr esta narración ha primado un criterio que puede seleccionar ciertas experiencias pasadas como relevantes, lo que implica reflexión sobre el pasado, aunque su grado reflexivo, sus motivaciones y utilidad no sean conocidas por nosotros como para afirmar una actitud científica como hoy se concibe. Se puede entonces afirmar una conciencia histórica y un quehacer tendiente a formar una memoria colectiva que sustente la identidad de una comunidad humana y que asegure sus vínculos permanentes con los Dioses.
Los movimientos del cielo se reflejaban en la tierra a través de los calendarios, que abarcaban el tiempo en su totalidad: pasado, presente y futuro, y el significado de esos movimientos era interpretado por los sacerdotes y expresado por medio de adivinación de lo venidero y en algunos casos de profecías completas. El arte de la profecía quedó registrado en los libros del Chilam Balam, que no sólo contienen augurios sino temas históricos, religiosos, médicos, calendáricos, astronómicos e incluso poéticos. Chilam (o chilan) es el nombre maya que se daba a los sacerdotes que interpretaba los libros, la voluntad de los dioses y de los astros. Balam es al parecer, el nombre del un famoso sacerdote prehispánico. El arte de profetizar se apoyaba en la Astronomía y Astrología, esto es, en el conocimiento del mapa celeste y el significado que puede tener para el mundo terrestre.
Los libros del Chilam Balam,17 son un conjunto de escritos que posiblemente se elaboraron en los siglos 17 y 18 d.C. en la región de Yucatán. Se conoce la existencia de 18 libros y 8 se conservan. Cada uno de ellos recibe el nombre de la ciudad donde fueron escritos y el más famoso es el Chilam Balam de Chumayel. En algunos libros se narran hechos del siglo V d.C., incluso la llegada de los españoles a la región. El contenido de los libros –como los de toda profecía- resulta oscuro y enigmático pero muestra con toda claridad un vaticinio del fin de los tiempos que ha cruzado las fronteras del mundo maya y se encuentra en boca de muchos.
Modernos intérpretes han visto en allí el eclipse solar de 1999, el cambio climático, el paso de cometas que ponen en peligro la vida humana, cambios que favorecen la vida espiritual, y el fin del mundo…. Pero al estar contenido en un libro maya no puede ser otra cosa que el fin de un gran ciclo y el comienzo de otro, en un nivel más elevado. Dice la profecía que después de 4 soles, nace el quinto sol.
El ciclo que comenzó el 13 de Agosto del 3,114 a.C., según consta en la estela de Cobá, Palenque y Quiriguá, llegará a su fin tras algo más de cinco mil años 18 el 21 de diciembre del año 2012. Será el día 4 Ajau, 3 Kankin, regido por el Sol, Noveno Señor de la Noche. La luna tendrá ocho días de edad y será la tercera lunación de una serie de seis. ¿Qué ocurrirá ese día?
(De la profecía del katún, del Libro del Chilam Balam de Tizimín (Coe.2001:296)
“Ca hualahom caan Ca nocpahi peten Ca ix hoppi U hum ox lahun ti ku Ca uch i Noh hai cabil Ca lik i Noh Itzam Cab Ain Tz’ocebal u than U uutz’ katun Lai Hun Yeciil Bin Tz’oce(ce)bal U than katun” |
“Entonces se divide el cielo se levanta la tierra entonces, y entonces empieza el Libro de los 13 dioses Entonces se produce la gran inundación de la Tierra Entonces se levanta el Gran Itzam Cab Ain El fin del mundo el repliegue del Katún es una inundación que pondrá fin a la palabra del Katún” |
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Documentos electrónicos:
Notas
1 Bajo este paradigma comenzaron la Antropología y Arqueología como ciencias y el actual modelo de ciencia positiva fue creado en época modernista.
2 Los Libros del Chilam Balam (1985) contienen oscuras y complejas profecías que seguramente fueron hechas por especialistas en la ciencia de la adivinación.
3 El Popol-Vuh (1947) menciona que los hermanos mayores de los héroes gemelos, Hun Batz y Hun Chouen eran músicos y que se dedicaban únicamente a tocar instrumentos, en cambio los héroes Hunahpu e Ixbalanqué fueron llevados al campo de labranza. Posterior al martirio sufrido en el inframundo, los gemelos se presentaron disfrazados de actores, bailarines y hechiceros y lograron así engañar a los demonios y vengar a sus padres.
Diego de Landa (1978) refiere la asombrosa habilidad con que bailaban y tocaban instrumentos, habilidad que hoy en día se mantiene en el pueblo guatemalteco.
4 Michael Coe (1995) menciona decenas de vasos ceremoniales donde figuran escribas-monos y conejos amanuenses, seguramente pintores de códices. El mono, Baatz, elevado a la categoría de divinidad en el Popol-Vuh, era invocado por músicos, cantores, talladores y pintores en época precolombina.
5 Este juego era reservado únicamente a la nobleza.
6 Libros precolombinos escritos en corteza de árbol de amate, doblado a la manera de un biombo o acordeón. El mundo científico ha aceptado cuatro códices mayas como legítimos: Dresden, Paris, Madrid y Grolier, de reciente aceptación.
7 Schele. 2001:57-59
8 Schele. 1999:89
9 Id. 55 y siguientes.
10 Ver: Muñoz P. “Los señores del tiempo” 1997. El día del nacimiento está regido por un número y un Kabahuil, a manera de un signo astrológico. Este signo marca las posibles profesiones del recién nacido, en el caso del médico, los signos son NOJ y TIJAX.
11 El Infierno.
12 Esta costumbre persiste en forma sincrética en el poblado de Esquipulas, en la región oriental de Guatemala. Existe allí una basílica construida sobre un antiguo templo maya y cercana a una cueva que aun se utiliza por quienes practican los ritos tradicionales. En la basílica existe una imagen de Cristo llamada El Señor de Esquipulas, sumamente venerada y milagrosa pues es impresionante la cantidad de exvotos que representan ojos, piernas, corazones, brazos y otras partes del cuerpo en sus paredes y vitrinas especiales.
13 Estudio publicado por D. Stuart en 1989, citado por M. Coe. (1995:265 )
14 Coe, (1995:271)
15 Schele (1999:57)
16 Sacerdote-Jaguar
17 Se cumple un ciclo de aproximadamente 5,200 años. Las fechas mayas no son siempre completamente exactas, puede haber variación de varios años entre un ciclo de miles de años y otro. Lo que es exacto con una variación de días o unas cuantas horas es la posición de los astros y los acontecimientos que trae consigo.
18 Los Libros del Chilam Balam (1985) contienen oscuras y complejas profecías que seguramente fueron hechas por especialistas en la ciencia de la adivinación.
Créditos de las imágenes: ATSZ56
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