El filósofo Jenócrates, discípulo de Platón, fue quien sucedió a Espeusipo en la dirección de la Academia. Platón nunca lo tuvo por persona especialmente espabilada, y decía que necesitaba tanto acicate como freno le faltaba a Aristóteles.
Se cuenta que, cuando Eudamidas, rey de Esparta, visitó la Academia de Atenas y preguntó quién era aquel anciano que tanto disertaba, le respondieron que se trataba de un gran sabio que perseguía la virtud. A lo cual, Eudamidas replicó:
—¿Con lo viejo que es y aún anda buscándola? Cuando la encuentre ya no le va a quedar tiempo para practicarla.
Créditos de las imágenes: Rosenzweig
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