La humanidad puede considerarse una, como especie viviente, y a la vez, diversa en sus expresiones culturales, religiosas, en los modos de resolver los problemas que plantea la existencia.
Una buena parte de los problemas que aquejan a los seres humanos se debe a la dificultad para integrar dos conceptos antagónicos, pero que en realidad vienen a definir la complejidad que caracteriza al ser humano en sí mismo considerado y a la humanidad en su conjunto. La Unidad y la Diversidad dan nombre a tales ideas opuestas que, sin embargo, presiden la experiencia humana en todo lugar y tiempo. Una lógica que excluye a los contrarios se ha impuesto en los sistemas educativos y de interpretación del mundo, de tal manera que es difícil la vivencia de lo diverso y a la vez la seguridad de lo unitario y las paradojas que se derivan de todo ello.
Los filósofos de todos los tiempos han aportado interesantes reflexiones para explicar la misteriosa relación entre lo uno y lo múltiple, desde el ámbito de las esencias metafísicas, hasta el de los valores morales, como es el caso de la escuela neoplatónica de Plotino. Pensemos en los ideales de fraternidad universal, de defensa de los derechos humanos que han pretendido presidir la vida colectiva, tratando de evitar que la diversidad, en sus manifestaciones siga conduciendo a los enfrentamientos, a las luchas, a la intolerancia y el fanatismo, que son manifestaciones del fracaso humano para integrar la unidad y la diversidad reales.
En efecto, la humanidad puede considerarse una, como especie viviente, y a la vez, diversa en sus expresiones culturales, religiosas, en los modos de resolver los problemas que plantea la existencia. Un poco más de conciencia de tal complejidad nos ayudaría a hacer del mundo un lugar mejor donde vivir.
Créditos de las imágenes: Aarón Blanco Tejedor
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