Según la clasificación de Marius Schneider, la pluma, por pertenecer al mundo de los pájaros, se encuadra dentro del elemento aire, al igual que las escamas con el agua, la piel con la tierra o los cabellos con el fuego. El jeroglífico egipcio que representa la pluma para escribir significa “el trazador de todo”, por lo que allí se asociaba también a los dioses creadores. El aire es portador del aliento de vida, transporta el sonido de la voz divina, el Verbo, y, en este sentido, la pluma, como instrumento de la escritura, simboliza el poder de plasmación de esa voz recogida por escrito en los libros sagrados como “Palabra de Dios”. San Gregorio afirma que la pluma simboliza, en este sentido, la fe y la contemplación divinas.
En Egipto, la pluma es el atributo de Maat, y forma también parte de los de Nekhebet, Amón, Isis y Osiris. Como atributo de Maat, diosa de la Justicia y del Orden Cósmico, la pluma simboliza la levedad y ligereza de lo espiritual, de lo arquetípico, frente a la densidad de la plasmación del orden material de las cosas.
En el Tribunal de Osiris, la pluma de Maat preside el fiel de la balanza junto al cinocéfalo, representación de Thot, el dios de la Sabiduría. Anubis, que acompaña al difunto, procede a pesar su corazón, que sitúa en uno de los platillos, y trata de equilibrarlo con la pluma situada en el otro. Si en esta operación el corazón es más pesado, debido a que aún permanece apegado a la materia de su cuerpo mortal, el difunto es entregado a Ammit, el monstruo devorador de las formas, que observa atentamente junto a la balanza aguardando el resultado, para tragárselo y cumplir así con las inexorables leyes del Karma. Si, por el contrario, la levedad del corazón se iguala con la de la pluma, quiere decir que el candidato es un ser espiritual, que ha logrado superar su condición humana y su alma ya se ha liberado de la rueda de las reencarnaciones, por lo que Anubis lo acompañará al reino de Osiris.
Las diosas que portan tocados con plumas o alas, como Nekhebet y, a veces, otras diosas madres como Isis, Hator, Nut o Maat, simbolizan con ellas la protección, especialmente si las tienen abiertas en ángulo, como abrazando en actitud solícita. Las de Amon-Ra rodeando al disco solar se ponían sobre las puertas para proteger la entrada a los recintos sagrados.
Créditos de las imágenes: S. Curto
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