Existe la vieja creencia de que ningún copo de nieve es igual a otro. Esta premisa se utiliza mucho en la filosofía como símbolo de que cada ser humano es único e irrepetible, pues al igual que no existe una persona, un animal, una flor o una piedra que sea una copia exacta de otra, no existe un copo de nieve que sea igual a otro, por mucho que se parezcan todos entre sí.
La formación de los copos de nieve es un fenómeno admirable y extraordinario. A lo largo de la historia, todas las culturas han sentido una gran atracción por la curiosa cristalización del agua y la belleza de sus formas geométricas. Su misterioso proceso de formación y su profunda blancura han convertido a los copos de nieve en objeto de leyenda, en un símbolo de pureza e individuación.
Aunque el proceso que produce este fenómeno atmosférico tiene algunos enigmas todavía por resolver, la ciencia ha sabido explicar cómo se producen los copos de nieve. Cuando la temperatura de la atmósfera es muy baja, por debajo de los 0ºC., las gotas de agua fría se condensan sobre partículas de polvo y, dependiendo del recorrido que ellas hagan al atravesar las distintas capas de la atmósfera, es decir, en función de la temperatura y la humedad del aire que se den en ese momento, los cristales de hielo pueden crecer de una manera o de otra, dando lugar a una infinidad de formas diferentes. O sea, son las distintas condiciones en las que se dé la cristalización del agua, desde que se forma el hielo hasta que cae al suelo, lo que hace que cada copo de nieve sea único, distinto a su hermano, un ejemplo de la grandiosidad, la sabiduría y la abundancia de recursos de la Naturaleza.
Si existe en la actualidad un experto en copos de nieve, es Kenneth Libbrecht, profesor de Física del Instituto de Tecnología de California, quien ha pasado más de 15 años dedicado a tomar fotografías de cristales de hielo. Las investigaciones de este físico muestran, a través de asombrosas imágenes, cómo las moléculas de agua se incorporan a los cristales de nieve. En las imágenes de Libbrecht se puede observar de forma clara el momento en el que el vapor de agua del aire se congela y las moléculas que forman un cristal se alinean para crear el copo de nieve. En sus investigaciones, el físico ha observado que los patrones de los cristales de agua más complejos se forman cuando existe humedad en el aire. Por el contrario, los copos con formas más simples se producen en condiciones de más sequedad y, según la investigación de Libbrecht, la temperatura es otro de los factores que tiene un efecto en la formación de un copo de nieve.
La filosofía Zen encuentra en los copos de nieve un símbolo que confirma la perfección de la vida y los sucesos que la conforman. Incluso tiene un proverbio que afirma: “Un copo de nieve nunca cae en el lugar equivocado”, o lo que es lo mismo: “nada sucede de manera fortuita”.
Una vez más, nos cautiva la blancura y la belleza de esos cristales de agua hexagonales cayendo del cielo, tan iguales todos a simple vista, pero cada uno distinto si los pudiéramos ver caer a través de un microscopio.
Créditos de las imágenes: Kacper Szczechla
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