El simbolismo del espejo es muy complejo y variado. No se sabe con seguridad cuándo apareció en la vida del hombre ni para qué lo usaba en sus orígenes, pero lo cierto es que podemos encontrar espejos en todas las culturas desde los mismos albores de la Humanidad, en una época tan antigua que solo guardamos de ella una oscura memoria de viejos mitos y leyendas fantásticas. Aunque el espejo sea ahora un objeto de uso normal y cotidiano, para nuestros antepasados tenía además una finalidad mágica y religiosa, debido a su capacidad para reflejar los rayos de la luz, tanto del Sol como de la Luna.
Se ha dicho del espejo que es símbolo de la imaginación y también de la conciencia, ya que tiene la capacidad de reproducir los reflejos del mundo visible en su realidad formal. Max Scheler y otros filósofos lo han relacionado con el pensamiento, pues es en el vehículo mental donde se produce la auto-contemplación y el reflejo del Universo. En este sentido el simbolismo del espejo se relaciona con el simbolismo del agua, que nos devuelve la imagen reflejada en ella, como le ocurrió a Narciso.
También aparece el espejo en multitud de leyendas y cuentos infantiles, convertido en un objeto mágico capaz de mostrarnos imágenes del pasado y del futuro, al igual que para poder ver en el presente lo que está sucediendo a mucha distancia. Pero sobre todo el espejo se caracteriza porque no nos engaña; él muestra siempre la verdad reflejando fielmente lo que ve, sin las máscaras o escudos que los seres humanos nos ponemos muchas veces para protegernos; por eso los espejos son mágicos, sobre todo los espejos de mano, que tienen también poder contra las influencias malignas.
Los espejos, además de relacionarse con el agua, lo hacen también con la Luna, por la condición reflejante y pasiva de ambas, dependientes de la luz solar. De ahí que los mejores espejos sean los que se realizan en plata, el metal consagrado a la diosa de la noche que, según la tradición, se producía en la tierra por los rayos lunares.
Una de las diosas que se sirven del espejo como herramienta mágica es la egipcia Isis, que con él pudo localizar los trozos de su esposo Osiris, que Set había esparcido por el mundo y unirlos todos para devolverlo de nuevo a la vida.
En Japón el espejo, junto con la espada, se identifica con el poder imperial y es el emblema de Amaterasu, la diosa del Sol. Se cuenta que, enfadada con su hermano Susanoo, se escondió en una caverna dejando al mundo sumido en la oscuridad. Para hacerla salir, los dioses idearon una serie de juegos y estratagemas hasta que al final decidieron colocar un espejo a la entrada de la cueva. Llena de curiosidad al ver su imagen allí reflejada, la diosa salió y todos la sujetaron para que no volviera a esconderse, devolviendo así para siempre la luz al mundo.
Créditos de las imágenes: Михаил Секацкий
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