El caduceo es un símbolo muy conocido y representado desde la más remota antigüedad. Se trata de un regalo que hace Apolo a Hermes a cambio de la lira que había construido éste con la concha de una tortuga. Los elementos que lo caracterizan son siempre y básicamente los mismos: un bastón o vara central, dos serpientes entrelazadas a su alrededor, y unas alas. Tres símbolos importantes que nos hablan en un lenguaje sagrado y simbólico acerca de un Eje central que rige y equilibra el orden del mundo; de la Dualidad de todo lo manifestado que trata de ser, a la vez que oposición, armonía de contrarios, y del incesante Movimiento universal.
La vara o eje central es la expresión de la Unidad, una representación del “axis mundi”; este bastón central del caduceo es también un pilar sagrado, una columna y un cetro, una especie de menhir clavado en la tierra como eje del mundo para imponer el orden divino. Las dos serpientes se enroscan alrededor de él ascendiendo del mismo modo que la plegaria de los fieles sube a lo alto como en una espiral que va desde la tierra hasta el cielo y nos pone en comunicación con los dioses; estas serpientes enfrentadas son el símbolo de la Dualidad que, a la vez que las enfrenta, las armoniza, lo cual ha permitido a veces afirmar que el caduceo es también un símbolo de paz. Y las alas nos hablan de Movimiento, de agilidad y ligereza, de la posibilidad de volar de un lugar a otro transmitiendo igualmente los mensajes de los dioses que el conocimiento entre los hombres.
Para los griegos el caduceo se relaciona con el dios Hermes, que lo porta en su mano como mensajero de los dioses y también como guía de las almas, a las que acompaña transportándolas con sus aladas sandalias al otro lado de la vida. También en la antigüedad europea se podía encontrar la huella de Hermes en los caminos y encrucijadas representada por una Herma, que era utilizada como un hito para señalar los caminos o indicar una dirección.
La palabra “caduceo” proviene del latín “caduceum”, que a su vez deriva de la palabra griega “kadux” que se puede traducir como “heraldo” o “anunciador”. Según H.P.B., los griegos tomaron de Egipto la idea del caduceo, y ella lo afirma así en su Glosario Teosófico: “El Caduceo se encuentra, en forma de dos serpientes enroscadas en una varilla, en los monumentos egipcios construidos antes de Osiris”. Los griegos lo utilizaron después con similar significado y más tarde los romanos igualmente.
Así, desglosando el sentido del mástil central, de la serpiente -o de las dos serpientes enfrentadas-, de las alas y en ocasiones de la copa en la que bebe la serpiente, llegamos al simbolismo del caduceo como emblema también de la farmacia, de la medicina y de la salud en general, o sea, como símbolo del orden y la armonía que deben reinar en un cuerpo sano.
Como dice Pierre Hadot “Se pueden reconocer en la figura del caduceo los dos grandes motores que, según Goethe, actúan en todos los procesos naturales: la polaridad y la ascensión”. En efecto, el caduceo evoca el equilibrio dinámico de las fuerzas opuestas, es el símbolo de la unión de los contrarios, de la armonía y la fuerza que organiza y mantiene en incesante movimiento ascendente el orden del mundo y, aunque a veces haya que transitar por caminos retorcidos y difíciles para llegar al cielo, nuestro sendero interior -el camino que ha de recorrer nuestra alma en este mundo- debe ser siempre recto y ascendente como la vara del caduceo.
Créditos de las imágenes: Manuel M. V.
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