Vamos a empezar la charla de hoy tratando de definir qué es y qué hace Nueva Acrópolis. Primeramente, su nombre marca la intencionalidad de hacer una ciudad alta, pero no en el sentido material, sino en el sentido espiritual. Además, nos llamamos “escuela” o “movimiento filosófico”. Hoy se entiende por filosofía algo muy abstracto, pero para los clásicos la filosofía era algo mucho más amplio. En la época postcartesiana se dividieron la filosofía, la ciencia, la política, el arte y la religión. Esto ha creado dentro de la Humanidad verdaderas tribus, con sus tótems y sus tabúes. Es decir, que los literatos se reúnen con los literatos, los militares con los militares, los músicos con los músicos.
Platón habla de individuo, sociedad y Estado. Nosotros, en la actualidad, nos hemos olvidado un poco de la importancia del individuo. Generalmente, confiamos en que los problemas políticos, sociales, económicos, religiosos van a ser solucionados por una especie de fórmula social o política, y así, el Hombre ha quedado como pospuesto, aislado, angustiado en medio de una sociedad que no le comprende. Se han olvidado elementos muy básicos en la construcción de las cosas. El Partenón fue construido por Ictino y Calícrates, pero también hubo que elegir una buena piedra. De ahí que una cadena es tan fuerte como el más débil de los eslabones; no basta con soñar una gran cadena, hace falta construir eslabones fuertes y bien coordinados.
No puede existir sociedad, ni Estado, si no existe un individuo en el verdadero sentido de la palabra. En Nueva Acrópolis damos gran importancia a la formación del individuo, al «conócete a ti mismo». Lo fundamental es conocerse, saber qué parte hay en nosotros de noble o de espiritual y qué parte hay no tan noble, más material.
Para ello nos basamos en las viejas teorías esotéricas de la constitución del Hombre, en las que coincidían todas las grandes culturas de la Antigüedad. Hoy se simplifica esto hablando de un cuerpo y de un Alma. La psicología, ciencia bastante nueva, ha introducido algo entre el Alma y el cuerpo, pero olvida que, por ejemplo, aquí en Grecia, en la época de las grandes escuelas filosóficas, se representaba a Psique como una mariposa, es decir, como algo que va moviéndose siempre y no está quieto. ¿Cómo podemos aquietar nuestra psique? ¿Cómo podemos dirigirla hacia lo que queremos? Conociéndonos, conociéndonos profundamente.
Los antiguos decían que nuestra constitución es septenaria. Todos tenemos un cuerpo visible. Este cuerpo es evidente, lo podemos tocar –los hindúes, en sánscrito, le llaman sthûla-sharîra, «lo que se puede golpear»–. Este cuerpo denso está conformado por una especie de fuerza, de vitalidad o aura magnética, que sería la parte superior de la parte física, que le podríamos llamar cuerpo energético, o pránico, en sánscrito. Por encima de ambos estaría el vehículo de las emociones, la parte realmente psicológica, que diríamos hoy. Después vendría la parte mental, que tendría dos polos –como diría Platón, está hecha de lo uno y de lo otro–, una parte inferior de deseos, más material, y una parte superior, más espiritual, y es por eso por lo que los hindúes la dividen en kâma-manas y manas. Por encima, estaría nuestra Alma, nuestro misterio, iluminado por Agni, una especie de Cristo en nosotros; los orientales le llaman budhi, «lo que recibe la luz». Y aparte de todo esto estaría el yo profundo, el misterio, el Espíritu, llamado âtmâ en sánscrito o atmu en egipcio.
Los cuatro cuerpos o principios inferiores son mortales, los tres superiores no. Cuando la conciencia se identifica con la parte mortal, se angustia porque teme la muerte; sin embargo, cuando la conciencia se eleva y se une con la parte inmortal, se libera del temor a la muerte. Platón decía que el hombre que se aferra a lo pasajero siente que se desliza y se va con lo pasajero. Nosotros debemos identificarnos con lo inmortal, con lo superior, no con lo inferior. Sé que es muy difícil, pues nos han dado una educación que, incluso hasta cuando hablamos, decimos que somos un cuerpo y no que somos un Alma. Tenemos la conciencia centralizada en la parte inferior, y así decimos: «Yo duermo, yo como», cuando la verdad es que quien come, quien duerme es el cuerpo, no soy yo; el yo interno no come, no duerme. Cuando logramos concienciar esto un poco, logramos una buena liberación de obstáculos, comienza a aparecer el individuo.
En cuanto a la relación entre individuos, Nueva Acrópolis estudia seriamente las teorías de Platón, sobre todo las que aparecen en su libro La República. Creemos que todos los hombres tienen los mismos derechos y que todos somos hijos de Dios. Pero no todos somos iguales, no creemos en la igualdad de los hombres, no creemos que sobre un tema determinado la opinión de un hombre valga igual que la de otro. Supongamos que yo ahora me siento enfermo y pido que me ayuden. ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a llamar a un médico o vamos a votar para ver quién me va a ayudar? Tal vez podría salir elegida una señorita o un joven que fuese muy simpático pero que no supiese nada de medicina. Así como se ha profesionalizado el arte de curar, deben profesionalizarse todas las demás artes.
Y al decir de las escuelas platónicas, valdría más el juicio que la opinión. No es cuestión de decir: «A mí me parece que ahí dice tal cosa». Si yo no sé griego, estoy divagando. Deberé preguntar a cualquiera que sepa griego qué es lo que dice ahí. Es un principio de humildad que debemos tener con todas las cosas, es una forma de convivencia que va a traer mucha paz al mundo, si la podemos entender.
Nueva Acrópolis, además, se preocupa del desarrollo de las ciencias. No estamos en contra de la ciencia; por el contrario, queremos enriquecerla con toda forma de ciencia no solamente actual, sino también pasada. En Nueva Acrópolis existen profesionales científicos que están tratando de elaborar unos nuevos matices de la ciencia, especialmente en medicina. Nosotros no sustituimos una medicina por otra sino que empleamos todas las medicinas juntas. El médico hace una inspección del paciente y según lo que le ocurre, tal vez pueda serle mucho más favorable la acupuntura, o quizás pueda ser la laserterapia, o puede que la cirugía, la alopatía, la homeopatía o cualquier otra forma de medicina que pueda haber. Para nosotros el viejo concepto de que «más que medicina, hay enfermos», que nos dejaron los hipocráticos es una realidad. Cada enfermo es diferente a otro, aunque tenga la misma enfermedad, y a veces una mano en el hombro, una palabra de aliento, ayudan tanto como un remedio.
Con respecto al arte, Nueva Acrópolis quiere volver a un arte que todo el mundo pueda entender, no un arte que tenga que ser explicado a la gente, sino que pueda ser comprendido y sentido por todos. La misma gente que subía a la Acrópolis y veía el Partenón, no conocía sus medidas áureas, tal vez no se daba cuenta de que las columnas no están todas a la misma distancia, tal vez no percibiese los trucos ópticos que hay para que parezca que está todo perfectamente vertical cuando en verdad no lo está… Pero el pueblo que subía hasta alcanzar la Acrópolis sentía algo superior al ver ese monumento, tenía un sentimiento de belleza que va más allá del intelecto. Y de ese sentimiento todos podían participar, que es lo realmente popular, aquello de lo que todos los hombres y mujeres pueden participar. Indudablemente, no todos van a ver ni sentir lo mismo, pero eso de sentir y de entender lo mismo digamos que es un invento nuevo que se ha experimentado y que ha fracasado. Hoy sabemos perfectamente que todo hombre y toda mujer son diferentes, no solo físicamente, sino mental y emocionalmente. Esas casas en forma de caja de zapatos todas iguales, ya son cosas del pasado; hoy se quiere que cada casa, cada piso, tenga una peculiaridad, tenga algo propio del que lo habita.
Respecto a las religiones, Nueva Acrópolis respeta la visión mística que pueda tener cada persona. Hay acropolitanos cristianos, judíos, musulmanes, porque en el fondo de todas las religiones arde la misma luz; las diferencias son históricas, sociopolíticas o simbólicas, pero desde el punto de vista filosófico la luz es una. Si alguien prefiere ver esa luz de color rojo, o verde, o azul, pues que la vea, no hay ningún problema, porque cuando nos unamos para hablar de los colores en que vemos la luz y pongamos en movimiento esos colores, como en el famoso disco de Newton, vamos a ver un solo color, el blanco, es decir, que vamos a volver otra vez a la percepción de una unidad trascendente en todas las cosas.
Nuestra actual forma civilizatoria está fracasando poco a poco; por un sentimiento lógico completamente aceptable y humano, se trata de disimular qué es lo que está pasando. Incluso de la famosa carrera espacial se sigue hablando y se siguen haciendo experimentos, pero quien haya ido a algún centro espacial sabe perfectamente que hoy es más un museo que otra cosa; de diez proyectos se ha podido realizar uno, y para ese uno cada vez hay menos dinero. Hace veinte años se pensaba que en el año 2000 la gente iba a pasar sus vacaciones en la Luna, en Marte o en Venus y que se iban a hacer ciudades de cristal con aire acondicionado para que la gente pudiese vivir. La realidad es otra; solamente doce hombres pisaron la Luna, y de ello ya pasaron prácticamente trece años. Para esto utilizaron cientos de miles de hombres, tuvieron que contar con decenas de miles de empresas y más de cien universidades colaboraron en esta aventura. Ahora no hay posibilidad inmediata de que vuelva a suceder, porque los problemas económicos del mundo, los problemas técnicos, no lo permiten; es decir, que todo ese síndrome modernista, extraordinario, del año 2000 se ha frenado, se ha parado.
La realidad es otra. La realidad es que para el año 2000 la población del mundo va a ser prácticamente el doble, pero no va a haber el doble de trabajo, ni de medios de comunicación, ni de lugares donde vivir, lo cual va aumentando el índice de miseria que existe en el mundo. Desde que comenzamos esta pequeña charla hasta ahora han muerto miles y miles de personas de hambre, de frío. Cada vez la relación entre lo que podemos producir y lo que podemos consumir se va achicando, cada vez tenemos menos posibilidades de adquisición. Hay más de mil millones de personas en el mundo que son analfabetas; hay dos mil millones de personas en el mundo que están subalimentadas. No hay ninguna posibilidad, con los sistemas que conocemos actuales, de poder ayudar a esa gente, que cada vez estará más y más hambrienta. Mientras que en África Occidental, a finales del año pasado, morían cinco millones de personas de hambre, a principios de este año se arrojaron en el mar del Norte toneladas y toneladas de leche en polvo y de comida sobrante del Mercado Común Europeo para poder mantener los precios. No hay mecanismo que pueda parar eso.
Hace falta una renovación profunda. La revolución no puede ser masiva, tiene que ser un cambio a partir del individuo, un individuo que esté preparado para encarar esta nueva situación, esta especie de Edad Media que se nos viene encima.
Yo viajo durante el año a más de veinte países, pues Nueva Acrópolis está en la actualidad en veintinueve países entre América, Europa y África, y en uno más en Asia[1], y he observado que hay destinos para los que ya no hay vuelos directos, porque no salen rentables. Además, el correo internacional cada vez tarda más; los prototipos de superaviones se han dejado de lado para modificar los aviones que ya existen en la actualidad, y para ahorrar combustible se van a utilizar nuevos motores de doble combustión, aunque tengan menos fuerza. La gente empieza a instalar en sus casas paneles solares para generar electricidad y se empieza a pensar otra vez en los molinos de viento como fuente de energía eólica. Todo hace pensar que se acerca una nueva Edad Media.
La Edad de Acuario no es la era dorada que muchos creyeron; tal vez sea dorada al final, pero no al principio. Según los invstigadores de la filosofía esotérica, tendría cuatro partes fundamentales: la primera la podríamos comparar con el hielo, una parte dura en donde todas las cosas se empiezan a restringir; una segunda parte que podríamos comparar con el líquido, donde las cosas empiezan a correr y a moverse; una tercera parte que podríamos comparar con el vapor, donde las cosas se diluyen pero tienden a subir hacia una nueva espiritualidad; y un cuarto momento en el cual ese vapor se transforma en nubes, llega a un cielo; en el Hombre, a una etapa superior espiritual. Eso es muy interesante para estudiar, pero desde el punto de vista práctico, nosotros ahora estamos en el comienzo de la edad de hielo, donde el mundo se hace cada vez más duro, donde la violencia florece por doquier, donde nos amenazan armas nucleares de poderes terribles; esta es la realidad aquí y ahora.
Una característica de Nueva Acrópolis es ser práctica. Generalmente, se entiende que la persona espiritual es una persona que tiene que estar despegada del suelo, como volando en las nubes, y eso es mentira. El Hombre verdaderamente espiritual tiene que poder dominar la materia, porque si no domina ni siquiera la materia, muy mal va a dominar lo que es más difícil de dominar que la materia.
Para poder llegar al día de mañana necesitamos vivir el día de hoy, aunque eso no impide que tengamos toda la ilusión del mundo, todos los proyectos hacia el futuro, pero hace falta vivir hoy, aquí, ahora. Lo que trata de crear Nueva Acrópolis es una especie de módulo de supervivencia a través de estos tiempos duros, donde mujeres y hombres realmente capacitados pueden avanzar aun contra el viento y la tormenta. Cuando se conocen las leyes de la Naturaleza, aunque estemos en una noche muy oscura, no tenemos miedo porque sabemos que mañana va a amanecer, pero hay que llegar a mañana, hay que encender antorchas para guiarse en la noche, hay que encender hogueras para que la gente pueda encontrar su camino, hay que tener el valor de encender las lámparas, no hay que temer a la oscuridad.
La filosofía es una doctrina para gente valiente que se atreva a vivir realmente. No es una forma de capricho, no estamos aquí porque no podamos estar en otra parte, estamos aquí porque queremos, porque nuestra voluntad ha podido más que el calor y las incomodidades. Esto que hacemos en pequeño ahora lo tenemos que hacer en todas las cosas, donde la voluntad se imponga a la adversidad, donde el valor sea más fuerte que el miedo, donde el trabajo sea más real que el ocio.
Es fácil y es difícil, ahí está la elección: subir al carro de la Historia o ser arrastrado por ella. No esperemos auxilio ni de los extraterrestres ni de ninguna otra parte. La Humanidad debe redimirse, salvarse a sí misma, con fe en Dios. Dios es lo más evidente que existe, pero Dios está en nosotros, no es algo que esté en algún lugar arriba, lejos. No, está en todos nosotros, en los árboles, en los animales, en las piedras; eso ya se dijo en esta ciudad hace veinticinco siglos, pero es bueno repetirlo. Dios está en todas partes, en todas las cosas, en todos nuestros actos y pensamientos.
Pero debemos ser conscientes de ello para poder seguir adelante, hacia un mundo que no solamente sea nuevo sino mejor. No basta con hacerlo nuevo, hace falta hacerlo mejor. Si yo tengo un par de zapatos y los cambio por otros que sean peores, he hecho un cambio, sí, pero cuando camine unos cuantos metros por la calle gritaré de dolor. Si vamos a cambiar, hay que hacerlo para mejor. De ahí que el mundo nuevo no solamente tiene que ser diferente o nuevo, debe ser mejor, más útil. Hacia ese mundo mejor nos encaminamos con todos nuestros esfuerzos, y las puertas de Nueva Acrópolis en todos los países del mundo están abiertas para todos.
Yo soy el fundador y director internacional de Nueva Acrópolis, y doy fe de que hay miles y miles de personas en todo el mundo que marchan gracias a esta concepción del mundo, no como un sacrificio, sino con alegría, con esa alegría que vuestros antepasados llamaban epopteia. Hay que abrirse como los capiteles sobre las columnas. Sobre esta columna nuestra que surge de la tierra podemos abrir un capitel en las alturas donde el aire sea más puro, donde no haya contaminación, donde podamos volver a unirnos otra vez para ser más fuertes, para ser mejores.
[1] Nota del editor: ese dato corresponde a 1982. En el año 2017 Nueva Acrópolis está en sesenta países.
Créditos de las imágenes: Nueva Acrópolis
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Interesante articulo, pero recomendaria que para ese tamaño de textos colocaran 2 o 3 subtitulos, que nos serviria para guiar el analisis de las ideas, y tambien porque asi nos acostumbro el internet de blogs.
Gracias por el comentario, Edgar.
En realidad no se trata de un artículo, sino de la transcripción y resumen de una conferencia del profesor Livraga. Por eso no habíamos añadido textos que no fueron dichos en la misma.
Pero tienes razón, y para hacerlo más legible lo he separado en párrafos con subtítulos.