El miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización. Lo primero que nos sucede cuando sentimos miedo es que perdemos la capacidad de racionalizar una situación cualquiera. Pero ¿es necesario este uso cuando no sabemos lo que está sucediendo? Generalmente, cuando sucede algo, generamos un prejuicio, pensamos una especie de fantasía mental, muchas veces sin saber exactamente lo que está sucediendo. Esta fantasía puede acarrear consecuencias muy graves. Si estamos en una situación de peligro y sucede algo que desconocemos, es mejor no pensar.
El miedo, como sensación, es una parada súbita de todos los procesos de motivación y de racionalización. Cuando sentimos el impacto del miedo es como si algo cayese, nos quedamos sin fuelle, sin motivación para hacer cosas. Ese es el segundo fenómeno que el miedo produce y también, si lo observamos, es una interrupción súbita. Cuando suceden cosas, la tendencia es crear o una depresión traumática o una euforia. Hay personas que ante situaciones comunes reaccionan con euforia, y hay otras que se abandonan totalmente; son procesos relacionados con la motivación del individuo, y en cualquier situación de riesgo o de peligro, tanto la euforia como la depresión traumática son negativas.
Lo que causa problemas en situaciones de riesgo es la temeridad o el abandono. Es curioso observar cómo, cuando las personas están atrapadas por el miedo, terminan haciendo exactamente lo contrario de lo que deberían hacer.
Estas actitudes distan completamente del llamado “instinto de supervivencia”. En estas situaciones, las personas quieren huir y por eso acaban haciendo tonterías. Por el contrario, las personas que asumen el miedo conscientemente terminan haciendo las cosas acertadas. La mayor causa de accidentes y de muertes es el comportamiento que tenemos ante el miedo y no el miedo en sí.
El miedo-percepción y el miedo-sensación son una inhibición-bloqueo de todas las funciones fisiológicas. Cuando surge el miedo, detiene los procesos de racionalización, de motivación y puramente fisiológicos. Nos quedamos sin condiciones para hacer nada por un instante; ni pensar, ni sentir, ni actuar.
El miedo paraliza, inhibe. Nos detenemos antes de caer al precipicio. En principio, esa parada súbita es buena porque en el fondo hay un riesgo, y hasta que no sepamos en qué consiste es mejor quedarnos quietos.
Desde este punto de vista, el miedo es una fuerza que tiene como objetivo evitar peligros de cualquier naturaleza, y funciona como una señal que interrumpe cualquier acción imprudente. En términos concretos y objetivos, el miedo es eso y no tiene nada que ver con las reacciones sucedidas ante él, que, en nuestro caso, por razones culturales, no son naturales. Nuestra cultura no solo no nos preparó para enfrentar el miedo, sino que además nos enseñó a tener miedo del miedo, y por eso reaccionamos mal. En un proceso cultural diferente, nosotros encararíamos el miedo de una forma diferente y tendríamos reacciones naturales. Esas reacciones naturales trabajan a favor del instinto de supervivencia, tanto del cuerpo como de la mente. Hay reacciones instantáneas de reflejos condicionados, y consideramos que son naturales. Pero si es condicionado, no es plenamente natural. Lo natural ante el miedo es tener nuestras reacciones independientemente de nuestros prejuicios, observar la situación detenidamente para saber lo que está sucediendo y no querer huir de ella.
En las artes marciales, a medida que vamos entrenando a través de los años, acabamos reaccionando de una forma lógica o natural ante situaciones de ataque. Si alguien grita cuando va a atacarnos, el grito es una señal de ataque. ¿Por qué ante el grito tendría yo que llevar la cabeza hacia atrás? Quien ha entrenado en artes marciales, en lugar de ir hacia atrás, primero mira de dónde viene el grito, qué tipo de grito es, qué se puede prever en relación con esa actitud y, una vez que sabe lo que está sucediendo, actúa. Eso es natural.
Los reflejos naturales propios del cuerpo no nos hacen huir ante las situaciones de riesgo, sino que nos llevan a la adaptación. Nosotros estamos mal acostumbrados. Fuimos educados en una cultura que no nos enseña a lidiar con el miedo, y sí en cambio a temerlo. El miedo puede utilizarse como elemento de manipulación para subyugar, esclavizar y dominar a las personas. El hecho es que acabamos teniendo miedo del miedo y, entonces, para no sentirlo pagamos cualquier precio. Ese es el punto más complejo con relación al miedo. El miedo no es malo; mala es la reacción que generamos ante él, porque no hemos sido educados de forma correcta para encararlo.
Conclusión
El miedo es una fuerza natural. No es mi miedo o su miedo, es el miedo. Existe de forma independiente a las personas; hay algo en nosotros, y también fuera de nosotros que se llama miedo, y que tiene una función en la naturaleza, como el Sol, la Luna, el agua, la tierra o cualquier elemento. El miedo forma parte de la naturaleza y tiene como función proteger, por increíble que parezca.
Créditos de las imágenes: Melanie Wasser
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