Cierto día, el filósofo Demócrito, al no saber cómo consolar al Gran Darío por la muerte de su mujer, le dijo: «Consígueme todas las cosas que he escrito en esta hoja y te prometo que la haré resucitar.»
El rey en seguida se ocupó de que el sabio fuese atendido con todo detalle, pero no fue posible satisfacer la última de sus peticiones, que era la de inscribir sobre la lápida de la reina el nombre de tres hombres que nunca en su vida hubiesen experimentado dolor.
A lo cual Demócrito dijo: «¡Oh, irrazonable hombre, lloras sin freno como si fueras el único en el mundo que ha sufrido una desventura semejante!»
Créditos de las imágenes: Shakko
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