Cierto día, fue a conocerlo Alejandro Magno, que lo admiraba, y lo encontró meditando al sol.
“Soy Alejandro Magno”, le dijo, “y estaré encantado de facilitarte cualquier cosa que desees”.
“Estupendo”, respondió el filósofo, “si quieres hacer algo por mí, entonces apártate, que me tapas el sol”.
Créditos de las imágenes: Singinglemon
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