Humanismo

Voluntariado: una forma de vivir la filosofía en acción con Nueva Acrópolis

Fernando Schwarz- Profesora Steinberg, ¿por qué Nueva Acrópolis –que es una asociación cultural y filosófica– realiza actividades en la sociedad?

Delia Steinberg Guzmán- En primer lugar, porque entendemos que la Filosofía abarca absolutamente todas las actividades humanas. Este amor por el conocimiento, esta búsqueda por las raíces de cuantas cosas han sido hechas por el ser humano, no pueden dejar de lado ni la cultura, ni cualquier otro aspecto propio de la Humanidad.

Por lo tanto, las actividades culturales no se refieren solamente a un aspecto superficial, momentáneo, temporal de la cultura; sino a ese otro aspecto interno, profundo, que revela lo que el hombre piensa y siente y seguirá manifestando como ser humano. Porque donde hay una raíz, hay un árbol.

Campaña humanitaria en Perú, a cargo de los voluntarios de Nueva Acrópolis que atendieron a varios centenares de personas de todas las edades con la entrega de ropa y juguetes.

F.S.- ¿Qué tipo de actividades están llevando a cabo, además de lo específicamente cultural?

D.S.G.- Las actividades culturales ya contemplan un mosaico muy amplio de posibilidades. Pero a estas les sumamos algunas que son mucho más prácticas, como el voluntariado social. La posibilidad de ponernos en contacto directo con la sociedad, puesto que no es posible vivir una filosofía que sólo sirva para uno mismo.

Desde este punto de vista, si la Filosofía nos lleva a compartir un destino y unas necesidades con todos los seres humanos, el voluntariado demuestra hasta qué punto la Filosofía desarrolla la generosidad en la persona, y hasta qué punto esta generosidad se puede manifestar sin necesidad de recompensa. Al contrario, no hay mayor recompensa que acercarse a los que necesitan elementos materiales que están dentro de nuestras posibilidades otorgar.

Otras actividades están especialmente dedicadas a la educación, que es uno de los pilares fundamentales de la Filosofía. Publicaciones de distinto tipo, que tienen como eje central la Filosofía, pero que también se vuelcan en el Arte, en la Sociología, en la investigación. Anualmente buscamos la forma de centralizar todos los países en los que funciona Nueva Acrópolis, y esta centralización busca algún elemento que sea particularmente necesario en todo el mundo. Por ejemplo: el desarrollo de un espíritu de tolerancia, y en este sentido, trabajar activamente por los derechos humanos. Entendemos que no podemos separar los derechos humanos de los deberes –esto es lógico–, pero un ser que piensa y siente necesita expresarse libremente. Y desde este punto de vista enfocamos los derechos humanos.

Por eso también destacamos aquellos personajes en la historia de la Humanidad que han tenido también dificultades para expresarse, que no han sido suficientemente valorados ni entendidos en su tiempo, y que sin embargo hoy son ejemplos y forman parte del valioso tesoro de la Humanidad.

Son estos derechos: el derecho a la expresión, el derecho a pensar, el derecho a transmitir lo que consideramos fundamental, los que incluimos y fomentamos dentro de nuestras particulares actividades anuales.

F.S.- ¿Qué diferencia entonces podemos establecer entre una organización como Nueva Acrópolis y una de otro tipo de ayuda humanitaria?

D.S.G.- La ayuda humanitaria tiene una tarea muy específica: atender las necesidades que surgen en momentos específicos, cuando las catástrofes pueden incidir sobre un pueblo, o un país, y en ese momento la ayuda humanitaria se vuelca sobre este país o este pueblo que lo necesita.

Lo que hace Nueva Acrópolis en este sentido es, sin eliminar dicha ayuda humanitaria, englobarla dentro de un espectro muy amplio de posibilidades que tiene como eje fundamental la Filosofía.

Entendemos que si Filosofía es amor al conocimiento, lógicamente es también amor a los seres humanos. Pero hay también otros muchos tipos de ayuda humanitaria. Educar es también una forma de ayuda humanitaria. Y la propia cultura; porque no puede haber un buen futuro si desconocemos el enorme valor de la educación, por citar solo un ejemplo.

F.S.- ¿Es que la Filosofía tiene realmente alguna utilidad para resolver los problemas cotidianos?

D.S.G.- Sí, la tiene y es muy importante. La Filosofía nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. Conocernos a nosotros mismos no significa tan solo buscar aspectos intelectuales, un desarrollo racional, unos conocimientos científicos particulares. Conocerse a sí mismo es también conocer cómo somos y cómo actuamos diariamente. Cuáles son las cosas que más nos duelen, cuáles las que más nos satisfacen, y cuáles las dificultades en las que tropezamos. Por lo tanto, la Filosofía nos ofrece unas herramientas muy prácticas de autoconocimiento y por consiguiente capaces de resolver problemas que nos vamos a encontrar a diario. ¿Qué hacer cuando me encuentro con una dificultad en mi trabajo, en mi casa, en la Universidad, en relación con mis amistades, o con personas que no conozco, pero con las cuales querría comunicarme? La Filosofía es también una llave para estos aspectos cotidianos. Tal vez la más importante, porque más que una llave es un motor interior. Es la posibilidad de sentir que nosotros mismos tenemos en nuestro interior las respuestas para resolver todas estas problemáticas.

F.S.- Vista la situación preocupante en el mundo, ¿cuáles son las prioridades de Nueva Acrópolis?

D.S.G.- No podemos hablar estrictamente de prioridades, porque la Filosofía es un campo general donde cualquier actividad y cualquier interés humano tiene su lugar. Pero es evidente que a veces sí hay que definir prioridades. Si hablamos de voluntariado social, trataremos de llevar nuestra acción hacia aquellos puntos donde más necesaria sea, y en este sentido podemos hablar de prioridades. Si hay una catástrofe, lógicamente, la catástrofe determina la prioridad de la acción.

Pero la prioridad fundamental es la formación humana. Una formación que sirva para toda la vida, que no sea tan sólo un aprendizaje racional de cosas que hoy podemos recordar y mañana vamos a olvidar sino más bien una formación que ayude a vivir.

Podríamos decir que en este sentido la Filosofía es una escuela de vida. Y esta es una prioridad constante. El que sabe vivir, sabe reconocer las prioridades en cualquier momento de su existencia, y puede modificar su dirección y sus acciones en función de lo que es absolutamente necesario.

Creo que es también una ventaja de la Filosofía el no establecer prioridades con demasiada anticipación, puesto que son las diferentes situaciones que se presenten las que van a determinar dichas prioridades.

F.S- ¿Cómo logra Nueva Acrópolis organizar acciones comunes en diferentes países cuando las gentes son tan diferentes, como es el caso, por ejemplo, de los países del norte y del sur?

D.S.G.- No podemos dejar de reconocer que la distribución geográfica de los países genera diferencias: de clima, de estilo de vida, etc. Pero como nuestra acción no va dirigida a las diferencias sino a las similitudes, no encontramos ninguna dificultad en desarrollar el programa y el tipo de trabajo que propone Nueva Acrópolis.

Todo aquello que hacemos está fundamentado en una igualdad esencial. Los seres humanos somos esencialmente iguales en el trasfondo moral y espiritual.

Si este es el elemento eje sobre el cual desarrollamos nuestras actividades, todas las demás diferencias desaparecen. En este sentido no tendría valor hablar ni de norte, ni de sur, ni de este, ni de oeste.

F.S.- ¿Han reflexionado en algunas perspectivas de acción para los próximos diez años?

D.S.G.- En este momento histórico hablar de diez años es casi como hablar de un siglo.

Estamos viviendo una época en que todo cambia de manera muy veloz. El tiempo “corre”. Hay transformaciones fundamentales en el mundo y hablar de diez años, respecto a acciones puntuales, resulta bastante complejo.

Lo que sí podemos decir que seguiremos haciendo los próximos diez años, (o veinte, o cincuenta, o cien) es otorgar el valor fundamental que tiene la Filosofía como posibilidad de descubrirnos a nosotros mismos y de seguir estableciendo contacto con todos los seres humanos. De tomar contacto con la Naturaleza y vivir en ella y serle útil. Y de entrar en contacto igualmente con todo aquello que es trascendente, sagrado y esencial para el ser humano. Y en esto no vamos a hablar de plazo alguno, porque esta es la visión fundamental de Nueva Acrópolis.

Por lo demás, en los próximos diez años haremos aquello que resulte indispensable, necesario, inmediato… Pero nos adaptaremos también a los cambios que los tiempos nos vayan dictando.

F.S.- ¿Quienes son los voluntarios que actúan en Nueva Acrópolis?

D.S.G.- Todo socio de Nueva Acrópolis. tiene la posibilidad –no la obligación– de colaborar en nuestras acciones voluntarias respecto a la sociedad, respecto a todas las ayudas que tratamos de ofrecer en todos nuestros campos de actividades.

Respecto a ellos, no nos importa su extracción social, ni su prestigio, ni el país del que proceden, ni cuales son tampoco sus riquezas personales. Simplemente hace falta un poco de buen corazón, generosidad, deseos de ayudar a los demás, y esto es suficiente para constituirse en voluntario y colaborar en todas estas tareas que estamos emprendiendo.

F.S.- De todos sus viajes de los últimos años, que son decenas de países visitados, ¿qué le ha impresionado más? ¿Qué enseñanzas extrajo para su organización?

D.S.G.- Visitar muchos países es de por sí una gran enseñanza acerca de la enorme diversidad y capacidad de expresiones que hay en el mundo. De la creatividad que podemos encontrar en cada sitio, y con los seres humanos, expresándose en unas lenguas u otras y aprovechando sus posibilidades económicas –muchas o pocas–.

Pero lo fundamental, desde mi punto de vista, es encontrar al ser humano en cualquier rincón del mundo. Es descubrir que más allá de estas aparentes diferencias, de la variedad del paisaje y del desarrollo económico de un país, bastan cinco o diez minutos de diálogo auténtico y veraz, de comunicación sincera, para descubrir que, en el interior, todos los seres humanos buscamos las mismas cosas, sufrimos por las mismas cosas, tenemos anhelos muy similares y puntos en común fundamentales.

F.S.- Para concluir, según usted, ¿cuáles son los principales desafíos para la juventud en este nuevo siglo?

D.S.G.- Considero que el mayor desafío de la juventud será descubrir que tiene que liberarse de las dependencias exteriores y empezar a buscar soportes interiores para poder sobrevivir en momentos difíciles.

Hoy por hoy el enorme desarrollo técnico científico y económico en algunos lugares de la tierra ha hecho que la juventud sienta que sus apoyos están siempre fuera de sí mismo. Que siempre tendrá elementos en los cuales podrá volcarse, o a los que podrá recurrir. Esto ha hecho que olvidara en gran medida que los grandes valores están siempre en el interior.

Tal vez la juventud tenga que aprender a conocerse a sí misma, y a encontrar que el apoyo siempre va a estar dentro de sí.

Este es un desafío que a la vez le servirá para paliar otro desafío fundamental: vencer el miedo.

Hoy los jóvenes tienen miedo. El futuro se presenta como algo desconocido. El joven puede estudiar, puede volcar su empeño en sacar adelante una carrera, más o menos larga, más o menos difícil. Pero no sabe qué va a poder hacer con estos estudios, dónde va a encontrar un sitio, en qué camino va a poder desarrollarse. Y esto produce miedo e incertidumbre.

Si los valores se vuelven a internalizar, si la persona, joven o adulta, busca el apoyo en su propio ser, también podrá vencer el miedo, que es uno de los grandes males de nuestro tiempo actual; porque el futuro requiere mucho valor. Requiere gente valiente, decidida, entusiasta y feliz. Y creo que estas características se encuentran también en el corazón de la Filosofía.

F.S.- Muchas gracias, profesora Steinberg.

 

 

Créditos de las imágenes: Nueva Acrópolis

JC del Río

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